domingo, 7 de febrero de 2010

8:


Everyone should have a friend
To share your life and your heart
It's not all you need
But you would bleed for them
Everyone gets hurt, everyone gets stuck




Muriendez me voy de vacaciones. Sola, por si te interesa. Muriendez no dice nada. Escuchame Muriendez, sola quiere decir sin vos. Silencio. El otro día no me gusto lo que pasó entre nosotros, me dice. Qué, le digo. Lo que pasó, como te pusiste, cuando te fuiste, verte la espalda, todo eso. Silencio. No me va, me dice. No te va que, le digo. Esas cosas, no me van. Stop. Ok, le digo. Muriendez prende un cigarrillo. Entonces hablamos cuando vuelvo, le digo. Esta bien, me dice. Me voy, le digo. Esta bien, me dice. Pero no me quiero parar, no me quiero ir, no quiero mostrarle la espalda. Porque se que no me va a seguir. Ya ni siquiera lo puedo imaginar, no esta en mi imaginación. No me voy a ir, porque el no va a venir conmigo. Muriendez sigue fumando. No te ibas, me dice. Las dagas son tremendas.

Estas nuevas tendencias de las parejas que se maltratan las anticipe en los 90 y vos no me creíste, ahora te jodes por no se una puta feliz, libre, sin compromisos y leyendo a Lemebel a los gritos en los bares. No somos pareja con Muriendedez, le digo a Venenito que va por el quinto gin tonic. Y para de tomar, le digo. Me estoy tomando todo esto en nombre de mi gran maestro Tomas Eloy, me dice el descarado mientras llama al mozo y le dice, otro más chiquito y le guiña el ojo. Se lo como con la mirada. Jamás te vi de Eloy Martinez, Venenito deja de mentir. Mira chiquita, es mi maestro espiritual lo llevo en el alma, no en la biblioteca, lo tengo conmigo. Y a todo pulmón grita: Y bien adentro. Llamo al vaso y le pido un Martini. Que fina, me dice Venenito y se ríe, revoleando los ojos como la loca que es. Y que son entonces ya que no son pareja. Amigos, le digo. Venenito escupe el gin tonic, trame otro que me están matando grita, mientras se ríe descosido. Amigos, me dice, así que el garche de la puritana es un amigo. Nunca lo hicimos, le digo. Venenito se pone pálido. Trame la botella chiquito, grita, trae la botella porque me quieren matar.

Estoy haciendo la mochila Muriendez ahora no puedo. Del otro lado del teléfono Muriendez respira y dice, esta bien. Doblo ropa. Dónde estas, le pregunto. Por el centro, me dice, salí a caminar. Por el centro dónde Muriendez. Suspira, espera me dice. Dónde estamos, escucho que dice. Tucumán al 600, me dice. El otro día, me dice. El otro día ya fue, le contesto. Me quiero ir de vacaciones con vos, me dice. Creo que es lo mejor que nos puede pasar, agrega. Dejame, le digo. Y le corto. Vuelve a sonar el teléfono.  Atiendo. No, le digo. Y corto. Y el teléfono se convierte en un animal salvaje que provoca los peores males de este mundo. Y de otros también.

bad boys