viernes, 29 de octubre de 2010

21:

El mundo esta lleno de hijos de puta y hoy especialmente esta llena la ruta / No voy a morir de amor / No voy a morir de amor / No no no no no



1:

Fuimos a La Paz porque La Giralda nos negó el asilo, por primera vez, realmente político. Café, cargado, para todos. En el camino, antes, mientras íbamos viendo a las nuevas olas llegar, lo único que podía notar con dolor y admiración eran parejas mayores que se abrazaban como jurando votos de amor colectivo para siempre ante nosotros, sus hijos, que crecimos con la barrera del forro, hijos del divorcio, desamparados para amar, educados sentimentalmente en la berretada del está todo bien, que dure lo que tenga que durar y demás excusas para no comprometernos a decir que tenemos un compañero o compañera de vida, porque estamos más allá del para toda la vida, pero en el más acá del Yo puedo todo solo. O sola. Horas antes mi madre me había dicho estúpida nuevamente, les voy a contar como lo hizo:

- Estoy durmiendo.
-Callate un poco. Se murió Néstor Kirchner.
Y me corto.

Dormir sola es una tragedia si se tiene frío. Eso es algo que pensé cuando aprendí a vivir sola y llegaba a casa, con los zapatos altos en la mano o en un taxi mirando la ciudad y el vació de la cama se anticipaba en el vacío del taxi, en el asiento junto a mi nadie, en la cama para mi muy grande, tampoco nadie. Ahora que todos los días un poco aprendo, mal y torpemente, a encastrarme en el cuerpo del otro pienso lo que debe ser el peso de estar 40 años durmiendo con la misma persona. Más allá del sexo y más acá del termómetro que se te instala en el cuerpo, de alguna manera congenias tu temperatura con el de al lado. Mas allá de los buenos polvos y más acá del reloj despertador que se te instala, cuando él se despierta vos te despertas con él. Entonces cumplen un año juntos, dos años, cinco años, diez años, 20 años juntos. Estuve mirando esas parejas que hicieron una simbiosis extraña y difícil de captar en el aire, conjurando su miedo, enfrentado de alguna manera su destino, haciéndose cargo de su elección. La vida cotidiana y el proyecto personal que se hace con el correr de los años un nosotros es la micro política que me dicen que es imposible en un país verticalista y necesitado de líderes carismáticos. En la cima de mi inmadurez hoy me dan un cachetazo para recordarme que estoy por cruzar la delgada línea temporal que hace que ya no sea romántica mi soberbia, que hace que mi soberbia este a pocos centímetros del enemigo más temido: el cinismo. Entonces mientras miro a esas parejas que aplauden noto que pocas están con sus hijos. Como si hubieran decido ir solos,  casi ninguna de estas parejas están con sus hijos. Pero se besan o se abrazan, se miman y se contiene, se tocan y se acarician, como si fueran adolescentes en la puerta de la facultad de Psicología. Entonces recuerdo por un instante algo que comentabamos con amigos entrañables hace dos años atrás. ¿Por qué los militantes de los ´70 en las fotos se ven tan lindos?. No pasamos una noche entera hablando de eso, un poco avergonzados por nuestra frivolidad pero también con un poco de envidia y extrañamiento. Sin caer en la fervorosa tentación, intentando contener, pienso en voz baja pero lo escribo igual, en realidad me lo pregunto ¿Acaso el centro del mundo a veces tienen la generosidad de brindarle a una generación un poco del material que lo compone? Miro esas parejas y son jóvenes en su accionar y su cariño. Ellas están grandes y tiene las arrugas en la cara y ellos ya son señores con mucho pelo blanco. Pero veo una, dos, cuatro, cinco, seis, diez, veinte, más parejas así que hacen que quizás de a poco me anime a dejar de lado mi miedo recalcitrante que no me permite librar la cadena de lo que creo es mi libertad, pero es el miedo más atroz. ¿Qué voy a hacer si me dejas?. Entonces me doy cuenta que no voy a hacer nada, que es mentira que voy a poder seguir. Entonces quizás un poco, muy poco, poquito, desde la insignificancia de no ser más que un número censado en la historia, intento entender el dolor, la desesperación, la brutalidad de darle la mano a alguien y decirle, no me dejes, vas a salir de esta.

2:

Emergí del subte luego de fallar con la línea 7. Un grupo de chicos tiraron agua a pocos centímetros mios. Cuidado con la piba, gritaron. Seguí caminando. Vi gente y entre. De un lado la bandera de la Anibal Verón, la de tela blanca y letras rojas con las impresiones de Maxi y Darío en negro. En el cielo un globo gigante de SUTERH. Al frente una cara enorme. Es Evitao es Cristina, me pregunta Daniela. Viste que te las confundís, me dice. Ayer estaba segura de que era Evita hoy estoy convencida de que es Cristina, le digo. Nos quedamos mirando la imagen que se sostiene en la brisa del día y se hace enorme con el sol implacable de la tarde. Ya paso hace mucho la hora del almuerzo pero la gente sigue comiendo el único menú posible en las marchas, paty, panchos, coca. Me subo a una valla y veo que la gente esta queriendo ser mar. 
El nombre de Mariano Ferreyra sigue intacto en el Cabildo, no fue borrado, no fue tachado, no fue tocado. Convive junto a un Cristina 2011, también con un Gracias Néstor. Bajo el nombre de Mariano se leen las siglas del movimiento que lidero Santucho. A Cristina y a Néstor los acompañan la JP. Me pregunto, hacía adentro, timidamente si alguna vez vamos a poder dar con el país el giro a la izquierda sin chocarnos contra la pared. Fernando, que es más sabio, me dice a la izquierda doblas y esta el foso. Me pregunto entonces, si se puede romper con las propias manos la pared. También me pregunto, diez años después de la plaza que me cambió tantas veces la vida, que es lo que esta pasando que haces semanas, pocos meses, menos de un año, muy lentamente todos mis nombres familiares del 2002 vuelven a mi vida, como en un curso natural, como la marea liviana y tranquila. Me pregunto si lo que pasamos juntos en las calles, si nuestra construcción hoy tan maltratada, tan menospreciada, tan de asambleístas, tan tirada abajo sirvió al menos para darnos una abrazo y contenernos con Ferreyra. Si sirvió para que tengamos hoy más cerca de los 30 que de los 20 para estar acá en la plaza haciendo con lo poco que sabemos, algo cercano a la empatía. Si conseguimos la madurez necesaria para comprender que el dolor de un compañero, más allá de las decisiones partidarias y más acá de lo transitivo, se respeta. Ahora me pregunto si vamos a tener la entereza y la fuerza física para volver a transita el camino político de los que no quedamos en la historia pero queríamos ¿queremos? volver a intentar aportar alguna que otra palabra, foto, gesto, texto, amor y entrega que nutra y le de piso a aquellos que van a escribir su nombre en el camino del presente que nos ayude a volver a mirar al futuro.

3:

Fui a cenar con Pablo. Un banquito fue nuestra mesa, tomamos coca cola. Puedo usar el vasito de El Principito, le dije. Ahí me dí cuenta que era una niña.

4:

En la plaza los chicos se trepan a la valla. Una señora se da cuenta que le saque una foto entonces por magia de la tecnología me pide verla. Me pasa todo el tiempo. Llevo una libreta para que anoten sus mails y sus nombres, llevo la memoria para no errarle al destinatario. No me gusta, me dice, no tengo ninguna foto linda de mi. Sacame otra, me dice, sacame linda. Volvemos a probar, si me permiten el detalle el 50 mm es un lente muy mortal. Muy hermoso, pero muy verdadero, digamos que lo que se ve en ese lente es lo más cercano a la verdad.  Volvemos a hacer otra foto y tampoco le gusta. Me veo grande, me dice. Sus compañeras se empiezan a reír. No me puedo ir porque aprendí que si en 10 años de marchas, piquetes y cortes de ruta no me tocaron un pelo y me ampararon siempre, muchas veces amparándome de mi propia estupidez de estar parada cual estúpida que cree que la cámara es un arma entonces va libre por ahí frente a la infantería, es porque siempre entendí que el protagonismo me lo tengo que ir a buscar a otro lado. Entonces otra vez haciendo la foto que la señora que me pregunta cuantos años tengo y me grita que no! que no puede ser, si pareces mi hija que tiene 24, entonces me empieza a contar que Mari su hija que tiene 24, esta estudiando en la nocturna y que me va a dar el mail de ella, porque ella no tiene mail, pero tiene una casa, me cuenta que nunca tuvo una casa, porque es viuda y se quedo sin nada, pero tuvo una casa, porque Hebe, le dice Hebe con una cercanía que le envidio, la ayuda a construir su propia casa y que tiene flores y un baño. En el medio de todo eso, intento no largarme a llorar. Le saco otra foto y varias más hasta que se decide con una. Saca la mano por la valla y me dice, gracias, cómo te llamas vos. Que lindo nombre, me dice. Sus amigas que son señoras grandes, con manos muy curtidas me dicen chau nena. Que ladys. Mandame la foto o te vamos a buscar, me gritan y se ríen. Les creo.

5:

Me pareció verlo a Sebastián cámara en mano, me enseño todo, entonces lo abrace. No bien sentí el cuerpo me dí cuenta que no era él, solo era alguien muy parecido. No me soltó, entonces no lo solté. Sentí un poco de vergüenza y fueron segundos muy largos. Me retuvo un poco, no entiendo mi manía a ser retenida a la fuerza en las muestras de cariño. No me soltó, le pregunte su nombre así en el oído como si fuéramos apriete circunstancial de una noche en El Dorado.  Me lo dijo y yo le dije el mio. De a poco me soltó. De a poco lo solté. De a poco nos soltamos y si el destino quiere, si es que la política me esta arrancando de mi comodidad, quizás lo vuelva a ver en una marcha, un 24 de marzo o un 20 de diciembre y nos vamos a mirar de lejos porque nos hicimos cómplices de una anécdota histórica en nuestra línea temporal en menos de cinco minutos.

6:

A la noche volví a la plaza y chicos con Black Berry hacían la fila. Chicos con traje, jóvenes universitarios, parejas, estudiantes. Se sostenían en el amparo de la noche como podían. En la esquina del banco Francés una valla incontenible estalló cuando Chavez salió en la pantalla. Apure una foto. Un grupo de chicas se abrazaron y me dibujaron la V con sus dedos. Nunca creo esos gestos, tampoco los creo hoy, quizás no los crea en retrospectiva ayer, pero quién soy yo para meterme con el duelo o las ilusiones de aire, quién soy yo, si creí en el autonomismo y la construcción horizontal, quién soy yo, hoy soy más mi conjunto de fallas, errores y deslices políticos, hoy soy un poco más eso y en la perspectiva de la derrota que tuvimos no me olvide, nunca me olvide, que mientras perdía el terreno político que encima no cultive bien, me ganaba una casa, un trabajo que no celebro pero que me permite estar por ejemplo ahora, escribiendo en un bar, mientras las ventanitas me llenan de palabras y leo a los amigos y amigas que estuvieron conmigo con rabia por Mariano Ferreyra y se hicieron más compañeros; pero también estuvieron conmigo todos estos días, perdón, conmigo no, con las circunstancias, la historia y la observación tranquila, distante por momentos, más física por otras, estas últimas horas porque no queremos ser súbitamente algo que nunca fuimos, no queremos fingir algo que para tragedia o construcción nunca seremos. Dejo el yo y la primer persona, me saco de encima el "a título personal" que es espantoso y encima suena a vejez y egoímo. Entonces nosotros lo que queremos ser, quizás en el impulso del fin de una era, es un pequeño eslabón en la cadena de la única vida que vale la pena ser vivida: la de la política cotidiana, la de la empatía y la percepción del dolor ajeno, la de la palabra sin miedo, la de la confrontación porque un nosotros ampara, la que se saca el miedo de encima y dice un poco desde abajo, un poco desde la nada, un poco desde el atrevimiento:por todo lo que se hizo, por todo lo que falta hacer.

7:

Este es el arco que cierra un círculo que puede ser de fuego o puede ser de endogamia. Ayer a la noche pensé, sola, antes de irme a dormir, en la botella de agua que tome recostada contra la pared fría del cabildo. Puede la pasión ser el vehículo de un pensamiento. Se puede albergar en el cuerpo el sentimiento de querer algo tan simple como vivir mejor. Pueden hombres tan grandes entrar en un cajón que misteriosamente, quizás cegada por el aluvión de circunstancias, ví enorme. Un acto de justicia estético, una barbaridad poética, un cross al corazón, un golpe de calor en las mejillas coloradas que aunque sea por un segundo, por la sangre que bombea al galope, tuvimos todos.





20:

 Son pájaros de la noche que oímos cantar y nunca vemos.



Estaba esperando el colectivo con frío en la Avenida nadie. Ya eran más de las seis de la tarde y estaba llegando tarde a mi aviso de llegar tarde. Creo que no fue relevante.  El viento me lleva puesta y la calle, sus cosas, las que la componen, el asfalto, las baldosas, los cimientos de las casas, las contrucciones, los negocios, la gente adentro, empaquetada esperando que le toquen el timbre o no, los chicos y las chicas, los pocos que caminan y el cielo tan abierto que se sigue inundando de nada.  A lo lejos se ve venir el colectivo que por primera vez parece una cosa antes que una máquina. Se desliza cansado. Llega a mi lentamente.  Se detiene como si fuera imposible retomar la marcha. Me levanta y me lleva mientras mi extranjerismo a ultranza escucha una banda de sonido traidora, que no habla en mi idioma pero traduce en pensamiento las palabras que se suceden sin parar.

En el viaje pensaba en muchas cosas, vinculadas con el dolor. Pensé si la gente que estaba alrededor mio había sufrido últimamente. Una semana atrás en el auto prestado de Venenito vimos a una chica llorar en un umbral,  abrazandose el cuerpo. Muy joven. No vale la pena, pensé.  Corrección: él no vale la pena, pensé. En decirle, en convencerla, en contarle. No dejamos de mirarla ni un segundo amparados por los vidrios polarizados. Cuando arrancó y me ví en la necesidad del tabaco, urgente quemando ya mismo mi garganta, me dí cuenta que mi discurso reivindicativo para la pibita que lloraba no era más que el mantra que me vengo repitiendo en los últimos tiempos. Soy yo, pensé. Tengo que dejar de ser yo, pensé. Me tengo que cansar de mi misma para quizás descubrir el amplio mundo de los otros.

Llegar se llega más allá de la voluntad. De la tuya y de la mía pero llegar llegás. Hace poco me dijeron que tenía que dejar de lado el me acuerdo cuando. Pero miro por la ventana  del colectivo y tengo memoria, las cosas están ahí puedo verlas como si estuvieran pasando, como si la historia fuera una repetición constante que puedo activar solo con mi pensamiento. Los charcos de sangre o las figuras marcadas por tiza. A la luz de lo que ilumina la vista son cosas que nunca se terminan de borrar. Estuve caminando con algunas personas, hablamos de un juego de zombies. Te va a encantar, me dijeron. Te vas a hacer fan, me juraron. Te va a generar una adicción, me deslizaron. Otra más y son tantas. Dormí tres horas, dije. La última vez que había dormido tres o cuatro horas fue en mi transición a los 30 años.  Me dolía el cuerpo pero por otras cosas. Ahora estoy acá queriendo decir que la política también es el tacto y el roce cotidiano, que algunas marcas de las represiones no se van nunca, pero cuando me reprimís el sentimiento mi amor, es como cuando me largan la infantería por Plaza de Mayo derecho. Cuando me anulas el diálogo es como cuando el camión hidrante te mancha de azul para identificarte. Porque se me nota, este dolor de hoy. Se me va a notar este dolor mañana. Voy a fingir como se finge cuando no se le quiere dar la razón a un cana de que el golpe te dolió. Voy a fingir como cuando se finge frente a la derecha la herida de muerte a la izquierda, que por si no sabes es donde esta mi corazón. 

Estuve pensando en vos Fernando. En decirte que sos lo más parecico a un padre que me quedo, que sos por las condiciones físicas reales igual de distante que el verdadero. Me acordé del llanto histérico que me escuchaste más de una vez y quiero revelarte un secreto que tengo acá atragantado en la garganta y me esta matando todos los días un poco. Hola, soy yo que te fallé tantas veces. Quiero levantar un día el teléfono, que mi sueño sea real. Alrededor mio mientras tanto pasan cosas más relevantes que mi yo. Eso me hace bien. Me hace bien que alrededor mio se esten definiendo cosas menos mezquinas que mi constante repetición de errores en loop. Fuerte para la militancia y decidida para el no. Una señora de más de cuarenta años se abraza con su señor esposo y la alianza le brilla contra las luces de Perú. Adelante de las confiterías cerradas y de un musimundo que dudo tenga razón de ser mucha gente en un día que era un feriado, el feriado en donde todos ibamos a hablar del Yo. Esas parejas históricas tienen algo que por momentos me parece un horror y por otros la única manera de seguir viva. Ese lenguaje sin palabras. Te miro y lo que te pase yo ya lo sé. Si esa palabra no esta para preguntar, si no hace falta el diálogo y nos medimos el corazón y el ánimo, el dolor y la rabia, por el tacto del otro, la manera de mirar, la posición de los ojos y aquello dónde los ojos se posan. Ese lenguaje lejos de la palabra y mediado por una fuerza superior que desconozco como se llama. Eso a veces no se si es lo que va a salvarme la vida o lo que va a condenarme al terror, al dolor, a la inmensa agonía de pederte 40 años después cuando ya es tarde para saber estar sola, para caminar día a día la calle, para empezar otra vez, para resistir sola, para tener un cuerpo joven, para ser hermosa, para ser deseable, para tener un compañero o para saber estar sola, sin vos, sin nadie, sola con mis circunstancias que son en este momento una sucesión de pensamientos que a medida que pasan las horas y me pasan los años se hacen más y más irrelevantes. Hasta cuando voy a peder el tiempo persiguiendo la vida que no puedo tener y voy a poner el valor y el cuerpo en la vida que ya tengo. Hasta cuando.

 

lunes, 25 de octubre de 2010

19:

I don´t belive the absolute anymore
I quiet prepare to admite i was wrong



Estabamos acá el otro día como si nada viendo como Muriendez terminaba de cagarse a trompadas en la puerta de CBGB porque yo le mentí que un tipo me había dicho puta. Me dijo puta. Entonces fue de una y le metió un botellazo en la cabeza, pero para nuestra sorpresa el tipo no reacciono, así que le tuvo que empezar a pegar. Cosas que pasan. Desde la vereda de enfrente unos chicos miraban horrorizados pero yo les grité que ya estamos en épocas de hacer la justicia con nuestras propias manos y que no se hable más. Los chicos me repudiaron desde la vereda de enfrente. Con el pico de la botella en la mano y amenazando con cruzar les dije, decímelo en la cara. Cagones burgueses, a ver si me putean por mensaje de texto, le grite. Venenito celebró con un baile caótico. Muriendez volvió con un poco de sangre en las manos. Lo hago para que con el ejercicio mantengas tu figura, le dije. Ok, me contesto. Vamos a comer algo, dije. Me siguieron mansamente. 

Parada, brazos cruzados y mirada aguda, frente a La Giralda dije, no entiendo porque esta cerrado este bar de mierda. Son las 4 de la mañana y hace frío pero no tanto, apenas. Muriendez fuma contra la pared, mientras Venenito arranca los papeles de prostitución. Lo haces por conciencia social, le pregunto. No, me dice. El de las paraguayitas es una obra de arte, me dice.  Vamos a Sailor, grita alegre e iluminado.  Empiezo a caminar rumbo a La Paz que lamentablemente no es mi mente, es un bar de mierda con pecera y recuerdos de muertos más talentosos que yo.

Abierto, algo es algo. Que es MSP, me pregunta Muriendez. Venenito se metió en el baño con mi agenda, tiene estrictas órdenes de escribir todos los teléfonos celulares de ms ex novios y acérrimas enemigas con leyendas del tipo "25x10 pasivo $30 zona Centro" o en el caso de las chicas "Soy una hija de puta y me gusta serlo". Manic Street Preachers, le digo. A mi me gusta el rock, me dice Muriendez. Pido café negro doble y rechazó la sacarina. Muriendez me pregunta porque no soy como todas las chicas que le ponen sacarina al café. Es de frígida eso Muriendez, le digo.  Él toma pasivamente un litro de cerveza negra. Escuchamos un ruido seco, que viene del baño. Luego una risa que se apaga como cuando alguien grita,  pero de miedo. 

Estuvimos mirando el pasto crecer un tiempo hasta que nos cansamos y nos fuimos a casa. Del baño no salió nada bueno. En los últmos días absolutamente todo parece tener una seria dedicación a morirse. 

Ya en casa, sola, me dí cuenta que el hecho de no fumar se llevó consigo la falta total de dramatismo visual en mañanas tan estúpidas como estas. Del otro lado de la puerta a lo mejor pasan todas esas cosas que imagino. Por ejemplo una vida más luminosa, menos caótica en donde todo lo que hace daño desapareció no  por voluntad poética de un mundo mejor. No. Simplemente porque se legalizó la portación de armas y ejecución frente a daños materiales en la estructura del corazón.




martes, 19 de octubre de 2010

18:

El otro día me dí cuenta que nadie me preguntó jamás por el aniversario de mi padre, pero cuando intenté recordar la fecha exacta tampoco pude.  Bajo semejante realidad no puedo culpar a nadie, técnicamente, pero creo que el no recordar se encuentra atado a que todo el mes, entero todo el mes entero, se cierne como un holocausto gris del recuerdo de la enfermedad. No creo, entrando ya en la parodia de lo confesional, que la muerte, que palabra, fortalezca el espíritu y temple el alma. Creo que en todo caso hace que a los ojos de los demás, durante un tiempo que siempre siempre termina, se escuche un murmullo breve recordando lo que pasó. Como un sonido irritante de los que no se atreven a hablar porque tienen miedo. Lo que corresponde es entonces preguntarse si hay alguna manera de obtener la vida eterna ¿no?.  Vos, yo, como volver a ser relevantes. 

Ya paso. Estoy pensando en lo que esta por venir. Internet it´s over. Se termino. Ahora que vamos a hacer, es algo que no sé, porque ya no leemos y escribimos para tus amigos. Es repetir todo el tiempo. Sin parar. Estuve todo este tiempo pensando en las pocas veces que creí en algo.  No tengo una política flexible de la estética, tengo una política tajante. El sábado salí fui a una fiesta lo mismo de siempre, dialogo. Black Berry ilumina la pista, no tu luz, no la mia, no el neón. Te pensé Muriendez,  mal que mal yo te pensé. En las luces de la terraza vi el abismo que esta por venir. Leo las tapas de afuera. Cómo te ven. Eso es como yo, un poco, como te veo yo, como veo mucho lo que eramos. El otro día me cruce, no me acuerdo como se llamaba. Ese chico que salió con vos,  el mismo chico que salió conmigo. En el recital de yo la tengo. No queda nada, eh. Te aviso no queda nada. Es el hábito de repetir el que hace que yo este acá. Un día, como todos, me voy a morir. O me voy a ir a domir y game over. Si es que no tengo la dead line puesta en el tope de la tragedia y pasa algo. Esos segundos no quiero ver toda mi vida, pero menos quiero ver la vida que podríamos haber tenido. Que es lo que veo, cuando las luces de colores de una terraza, son los cascabeles que se ciernen como algo parecido al closing time de un era. Me voy a casar. Voy a ser madre. Un día me voy a levantar y voy a vivir en un modelo de país diferente. Un día nos vamos a cruzar y quizás yo este en el segundo hijo pero no pase los 35 o 36 años quien sabe. Siempre joven. La genética. Entonces las cosas se van a caer un poco alrededor nuestro y algo parecido a la lástima, también vinculado a cierta pena y porque no a un poco de rabia va a ser el rush del encuentro casual con la charla amena. Bien, vos bien. Te veo bien, vos bien. Que bien, te veo bien. Vos bien, te veo. Bien, vos bien. Te veo bien, vos bien. Bien.

Volviendo a lo normal. Si es que lo normal existe. Un día se te  va a morir toda tu familia y ya te digo va a ser fácil. Porque pasaste los 30 y tuviste un hijo y te van a decir, a vos si a vos, que tenes que seguir adelante por ellos, pero es mentira. Vas a seguir adelante porque tu familia ya te dió todo, solo vas a sentir un alivio culposo. Por eso a vos a mi y a un par más nos gusta la idea americana de vivir, funeral con cena y café recien hecho incluido. Humeante y caliente, very hot, very black, also strong. Como dicen los americanos, let it go. Cuanta franqueza, que tremendo pero es eso. Vas a sentir un alivio enorme porque no vas a tener que comprar más medicamentos carísimos o discutir que hacemos con mamá en tal o cual fiesta. Hipócritas. Eso sobreviene frente a todos y supongamos que al 1% de la población alturista les duele. Pero belive me, yo me gano la vida de una manera muy dura. Veo visceras correr en nombre de un título de propiedad, don´t fool me. El sistema familiar es mentira. Lo que importa es cuan cansado estás al final de la noche, cuando te subió la obra social y si los niños necesitan plan dental. No estoy borracha. Vos tampoco. Pero es nuestra conversación en el presente que se hace real en el futuro. Bien, vos bien. Bien, si bien, todo bien. La muerte joven de los padres esconde una cosa muy grande. Pero no les voy a decir que. No quiero abrir el diario y encontrar malas noticias, cuando comprendan que la libertad o el quiebre de los sentidos y en consecuencia el alma, esconde algo parecido a ser felíz. No quiero que eso se mal in ter pre te. Yo extraño todos los días. Pero el campo fértil de ya no tener quer conformar a nadie o presenciar con tristeza, como de a poco me voy volviendo alguien más fuerte, más entera, más necesaria que mi padre. Como de a poco él tampoco llegó a ver del todo que tras la basura propagandistica de devolverles todo, solo se esconde el no pueden valerse de si mismos. Todo eso. Todo lo que te retratan las películas de llorar: es cierto. Pero no podes apagar el televisor o levantarte del cine. Es la vida. Es el final de fiesta. Es el maquillaje corrido. Es inventarse una nueva ética, una nueva moral, una nueva manera de ser yo. No le debo nada a nadie,  me anote en las moratorias y liquide las patentes. Soy yo. El campo abierto es el mundo. Si existe cielo, fuerza divina y juicio final que hagan su trabajo. Somos nosotros, solo que la gran tragedia nuestra es que yo ya sé que todo se termina y vos, vos y vos siguen pensando que hay tiempo por delante, que queda tiempo, horas, años, días meses. Buen día sunshine, el sábado volvemos a salir y todo vuelve a girar, la maquina del me esta pasando algo, estoy disfrutando mi fin de semana. @fiesta. Viví diez años, diez años, en la irrealidad de la noche. No piensen o pienses mal, ya no tengo bien en claro el delivery, pero la única fiesta que vale la pena es ser la fiesta (privada) de alguien.

Cada día que no estamos juntos es un insulto para el cuerpo de los dos.

 

martes, 5 de octubre de 2010

17:

¿Lo has sentido alguna vez?
¿Echas de menos algo?
¿Te has arrepentido alguna vez
de haber tenido y de no haberlo dado?





Te das cuenta que una piba es del segundo cordón nada más con mirarle el color rojo perlado made in Katalia. Se ríe Venenito porque tiene razón. Qué, me dice, si a vos te sacamos del mismo lugar. No, le digo, yo apenas me arrime al primero. Ah que fina, me dice. Seguimos mirando por la ventana del 53.  Nunca pensaste en venirte a tener hijos por acá, me dice. Me río, por su bestialidad inteligente y certera. No, le digo, nunca pensé en tener hijos para empezar. Que negra mentirosa, me dice. Me río. No en serio, nunca pensé en tener hijos. Miro por la ventana y quiero dibujar con mi alientos los días de mi infancia en donde llegue a pensar que era posible ser una mujer a los 20, casada, con hijos, feliz, en una casa de dos plantas, cruzando José María Moreno, yendo al colegio privado, preparando la cena, embarazada.

Antes de que fuera un highlight de Poringa, hace 15 años, Pinar de Rocha era un lugar del rock que separaba en filas masculino-femenino la entrada de chicos y chicas en búsqueda de algo. No fui muchas veces, pero recuerdo los primeros galanteos de gente que hoy quizás esta en el mismo lugar buscando lo mismo que hace 15 años: una chupada de pija. Estoy acá mirando el edificio como si los 15 años no hubieran sido más que un par de meses, algunos días. Un poco más allá hay una estación de bomberos que supo hacer bailes para la juventud. Venenito buscaría sin dudar un link directo con el incendio y lo que ya sabemos todos. Hoy me levanté y sin pensarlo quizás llevada por el calor y los días espantosos de sol que están por venir terminé tomándome el 181, me bajé en la plaza y simplemente caminé. Ahora frene a las vías miro hacía la meca, o sea: la capital, para ver por fuera del arco del triunfo que marca la llegada a ramos, la separación con Ciudadela esa especie de pueblo fantasma en donde nunca hay gente. No importa a que hora pases por Ciudadela nunca hay gente, siempre fue raro que alguien se bajara en la estación. Son cuadras vacías, asperas, enormes, siempre bañadas por el sol como si la sombra no fuera una realidad posible. Nadie frena en los rojos y los domingos son aterradores, porque se atreven a ir mucho más lejos que el aburrimiento burgués o la melancolía de las almas sensibles. Cuando frenas, si miras para los cotados ves desprendimientos de algo muy parecido a una villa. Un poco de tierra, las cuadras ya no son rectas y del otro lado nada. Un no lugar un no tiempo y después el arco del triunfo Ramos, el centro, vidrieras con ropa cara y todas las noches una banda tributo de rock a tu banda favorita de rock porque hoy, ahora, en el conurbano lo que suena es la música de ayer amparada en una sola regla: una que sepamos todos. Las que saben todos tienen más de quince años. Si te pones a pensar, como yo mirando esa palmera estúpida del jardín de Pinar de Rocha, si te pones a pensar vendes todo. Pero si lo pensas dos veces ¿qué coño te van a dar por tu guitarra china?

Mi vida sería mucho más sencilla si consiguiera explicar lo que pasa. Estaba pensando en las noches que me pase desperdiciando vestidos y comiendo mal en La Madeleine mientras miraba el panorama de avenida Santa Fe desde los ventanales. El período previo a la revolución, nunca fui tan feliz. Si me hubieran dicho, advertido creo que es la palabra, que lo que estaba por pasar no era otra cosa que la caída total de todas mis convicciones creo que hubiese elegido lanzarme al amor de una manera mucho menos austera de que la venía practicando. Miro por la ventana del 53, busco sin mirar el tacto de alguien que lleva acompañandome en mi vida tantos años. Toco el plástico. Comienzo a preguntarme sin en algún momento se bajo o simplemente hace mucho tiempo, horas, meses, semanas, toda la vida vengo hablando sola. Sola.

bad boys