sábado, 11 de junio de 2011

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You can´t always get what you want

Los fanáticos de los Beatles siempre me parecieron infinitamente más condenables que los fanáticos de cualquier cosa. De cualquier cosa. Gente de mierda, mala  gente, gente cegada por un grupo de discos que pueden haber sido, pueden lo admito haber sido, piedra capital de su historia musical. Pueden. Pero bajo ningún concepto son el todo de la música. Siempre me dieron asco los fans de los Beatles y sus cientos de miles de tics nerviosos que rodean su fanatismo acerrimo. Siempre me parecieron un grupo tan desperciable y asqueroso, que todo este tiempo, todos estos años solo pude pensar que no se merecen canciones como "I wan´t you (she is so heavy)". Los fanáticos de los Beatles se merecen estar escuchando en repeat por todo lo que les queda de vida "Yellow Submarine". Y morirse con eso. Mientras yo me muero escuchando "Let It Bleed".

El otro día estuvimos buscando gente con Venenito en la guía. No sé para que sacan una guía, le dije, la gente ya no te llama para hablar de pavadas. Venenito con un marcador rojo en la mano no me contestó. Sábado a la noche, él tenía un tomo y yo tenía otro. Venenito más marginal que yo revisaba gran buenos aires. Yo buscaba apellidos alemanas en la zona de barrio norte. En un momento Venenito pegó un grito, arrancó la página y me la dió. Mira la muy puta yo sabía que iba a terminar en el tercer cordón. Impreso sobre ese papel que te mancha los dedos, estaba el nombre de mi mejor amiga de la adolescencia. No me acordaba de su apellido, pero cuando lo leí lo supe. Llamala, me dijo Venenito, dale llamala. No, le dije, para qué. La última vez que tuve noticias de ella, me había dejado plantada en Nazca y Rivadavia en el año 1997. Cogía en las escaleras y nunca uso preservativo o eso me dijo siempre. Al semen le decia guasca. Con g me alcaraba nada de w. Me alentó a la promiscuidad temprana que terminí desarrollando en mi un fuerte convencimiento de que en cualquier momento terminabamos las dos en fundación Huésped. Creo que abortó una o dos veces pero no estoy segura. Empezamos a fumar juntas a los 14 años creo. Nos metiamos los luck strike de 10 en el jean gloria vanderbilt. Ibamos juntas a todos lados. Los viernes camibamo infinitas veces el centro porteño, no recuerdo cuantas veces recorrí Lavalle ida y vuelta. Fuimos a pocos recitales juntas y no me acuerdo cuando dejamos de hablarnos. Teníamos un diario que supimos llevar juntas. Escuchabamos mucho la rock n´ pop y nos tapabamos la cara cuando la gente cogía por teléfono en un programa que Carla Ritrovato tenía a la medianoche. Ninguna tenía padre de alguna manera, ya sea por desempleado, por desaparecido o por divorciado. No recuerdo si ella tenía algún medio hermano, pero en nuestras casas eramos hijas únicas. Ella era rubia, muy blanca, terriblemente alta y sin miedo. Yo era otra cosa. Más o menos esto que soy. Con el mismo miedo a morirme. Marqué el número ante el deseo que le arrebataba los ojos a Venenito. Espere que sonaran cuatro rings y finalmente me sorprendió la voz de ella que inmediatamente se volvió familiar. En un segundo no habían pasado los años. Algo parecido a la melancolía pero con el horror rancio de la angustia se hizo realidad. De fondo se escuchaba la televisión y voces de niños. Quién es, grito un hombre. Yo no pude hablar. Ella dijo, hola, hola, quién es. Me imagine la casa del tercer cordón al sur, sus caderas más anchas, las arrugas más presentes y los hijos, el marido y el fin total de la juventud se me vino encima con el peso de toda la verdad. Hola, le dije. Si, me dijo ella, quién habla. Nunca me reconoció. Me volvió a dejar en el mismo lugar, Nazca y Rivadavia. Perdón me equivoqué de número, le dije. Corte. No había mucho para decir.


Hoy mientras ordenaba encontré un papel de cocaína en un frasco de vidrio entre unos dolares y otros pesos uruguayos, monedas en el fondo. Lo tiré con asco, pero a los segundos volví corriendo, pensando, que locura si se lo toma el gato. Por estas cosas no necesito cocaína. Fuí al balo y lo tiré. Me sentí como en esas películas baratas en dónde alguién hace lo correcto y tira la cocaína. Yo no la tire porque era lo correcto. Yo la tiré porque no era mia.



bad boys