martes, 22 de mayo de 2012

32:

Siempre volvés al mismo lugar del cual te echaron como a un perro, pero vos volvés porque el amor no sobra y donde está hay que ir a buscarlo. Si te van a tratar mal no te importa porque son las reglas del juego, que te traten bien es un privilegio y seamos sinceros no ocurre casi nunca. A nadie le importa tratarte bien, a vos te tiene que importar tratarte bien, salir bien a la calle, entera, solvente y dueña de tu verdad que es la verdad. El resto hace lo que puede y cuando le va bien y tiene algo de plata hace lo que quiere. Pero hacer lo que se quiere no es necesariamente hacer algo, muchas veces es poseer algo, comprarse algo, ser dueño de algo. Entonces mejor no esperar nada, el tiempo dirá, a lo mejor un día todo se acomoda y te vas a Ciudad del Este con el chico que te gusta a pasarla bien y se compran cosas, se ponen un puesto en el once, en esos lugarcitos que dicen "La Salada de la calle Mitre", en ese lugar horripilante que no sabemos si se llama Balvanera y no sabemos porque se llama Once. Gente feliz es gente que se quiere o hace el simulacro. Entre los gritos del Once a lo mejor descubrís que la baja de pretensiones de tu vida encuadra perfecto con el momento histórico del país que va al ritmo del mundo o sea mal, para abajo, sin salida. Entonces mejor hundirse en todo eso y dejar de luchar tanto, todos los días, por hacer algo que sea mejor. La naturaleza se perfecciona. Nosotros crecemos y nos morimos. Pero yo no me quiero morir en el Once, con la luz cortada, los gritos de los vendedores, el olor de la arroceras de los orientales y la ropa interior barata de gato, que te saca urticaria.


De todos los chicos que me gustan, los idiotas y los inteligentes, espero algo. Que hagan algo que sea la traducción de nuestra relación, si vamos a pasar por todo esto entonces hagamos algo que valga la pena, para qué voy a estar perdiendo el tiempo. Inventando pasajes de novelas que nadie va a escribir. Una amiga me dijo una vez, si yo salgo con un pibe y ese pibe tiene amigos pelotudos, yo paro la pelota, freno pienso y le digo: pibe, tus amigos son unos pelotudos ergo vos también. Y por simbiósis uno se va a volver medio idiota. Pero después está la parte privada, que existe a no negarla, que hace que una diga, bueno, se ha rodeado de imbéciles pero ayer tuvo un gesto tan hermoso. Y pasa esa cosa mágica, ese pase de magia que te confunde tanto, ese olvido sistemático, voy a obviar esta verdad innegable. Los idiotas también tienen bellos gestos. Menos quizás, mas separados en el tiempo, no tan recurrentes, un poco torpes, porque son idiotas, pero tiene algún que otro pase de belleza en su haber. Y ese pase de belleza en el idiota resplandece más por la simple razón de que no te la ves venir, no esperas nada, solo alguna caricia, coger bien, comer en forma. No exigís todo lo otro. Eso viene después cuando largas al idiota y te vas con el inteligente. Pero eso último te cuesta porque cuando el tarado hace algo genial sos conciente del digno esfuerzo que le tomo llevar a cabo semejante empresa que te llena de asombro y lo premias. ¿Y con que lo premia la tarada?. No se va, se lo banca. Se banca al tarado.

Ayer me preguntaron si todavía seguía abierto Requiem, un boliche con asistencias homosexual y filo nazi. No sé, la verdad es que nunca fui. Borralo de mi lista de pendientes que ya crecí y no puedo, no soporto la idea, de gente que cree que hace brujería y habla con la mente de terceros. Si algún día gobierno, ese tiempo será nunca, solo voy a hacer una cosa. Prohibirle la medicina a los que se creen más vivos que los demás.

Ahora voy a salir a ver en que anda la gente.

bad boys