martes, 28 de diciembre de 2010

25:

Ayer mientras leía a Rabanal bajo los focos de una cancha de tenis transformada en solarium, literal, lejos del sol y más cerca de la noche empecé a escuchar esos sonidos familiares tan 2001 que me llamaban como  si la madre nodriza que dice "juventud, revolución y fracaso" me invitara a volver  a la calle y prender fuego algo.  Salí con mi kit revolucionario a mano,  yo misma que más, para encontrarme con mis ex compañeros de lucha en pie de guerra en la esquina de Bulnes y Corrientes. Marcando como el mapa de las ex estrellas políticas mi camino de Dorothy rumbo nuevamente al fracaso, mi estado más vistado en facebook,  seguí transitando todas esas hogueras luminosas, baldosas de oro para el cambio, hasta Medrano y Sarmiento y de ahí a Diaz Velez casi Medrano.  A la altura del hospital Italiano un grupo de vecinos discutía acerca de si los palos que había llevado deberían contener o no clavo. Un taxista, siempre los taxistas, frenó a centímetros de mi célula de elección momentánea al grito de llevo una pasajera que necesita ir al hospital. Un muchacho en cueros le dijo pega la vuelta y entra por rivadavia. La mujer en el asiento de atrás no parecía enferma, mucho menos grave, ni de cerca en grave peligro pero de todas maneras todos discutimos durante diez minutos si era ético o no prohibirle el paso a una persona que necesitaba llegar a la obra social que me desangra mes a mes. Yo me contuve de opinar, aunque tenía unas cuantas cosas para decir. De todas maneras lo único que pensaba, más bien lo que rogaba internamente, era que que por favor, pasemos por todo lo que tengamos que pasar pero por favor, realmente, por favor, no volvamos a cantar nunca más Sr Cobranza.

Se ven todas las estrellas me dijo Muriendez cuando decidimos hacer un picnic con  fogata en plaza Almagro. Es cierto, le dije. Se veían las estrellas quizás no tan bien como se ven en el campo o la Oceanía, pero se veían las estrellas titilar. Si Duhalde es responsable de esto se lo quiero agradecer, me dijo Muriendez mientras prendía un cigarrillo y alzaba la cabeza buscando una constelación que armara mi nombre. Yo también, le dije. Me acorde de repente del local de panchos que esta frente al plaza Congreso. Se debe haber hecho rico el dueño en ese verano del 2002, vendió como nunca. Tengo por ahí un video filmado del televisor proyectando esa frase que es la frase que une a los tuca party de esta generación que se viene : estamos condenados al fracaso. Ay ay ay, aparte de ser un disco es el sonido del dolor generacional al caer bajo el peso de la primer gran derrota. Suerte en esa.

No tenés calor con esos pantaloncitos tan ajustados, le pregunto a Muriendez. Si, me dice. Sacatelos, le digo. Acá, me pregunta.  Acá, le digo. Iluminado por el fuego camina conmigo de los que gritan no somos okupas y de los que responden que se vayan todos y los que esperan en los balcones de alguna manera que la historia se repita como farsa para que de una vez por todas empiece a pasar algo.


Una señora me cuenta que en el ´99 estuvo 9 días sin luz. No puedo dejar de mirar el vestido de jean que tiene y su estado físico envidiable. Es de esas mujeres fibrosas que tanto me gustan. Grande, podría ser mi madre, pero como decirlo: impecable. Tiene el pelo atado en una cola de caballo. Habla desde la verdad supongo, que es lo primero que traen los días de hartazgo. Carga una rama de medio metro, la tira al fuego. Más allá se ven las fogatas de Diaz Velez. Qué es lo que me gusta de todo esto, me pregunto.  Qué es lo que me atrae de ese chico serruchando un árbol que nada tiene que ver con esto y en que momento me empezó a resultar atractiva la chica que en pantalones cortos arrastra una bolsa de basura que va dejando un líquido espeso en el camino.  Fuera de estos falsos focos de luz no se ve nada y el cielo con o sin estrellas es una excusa para mirar hacía otro lado. De todas maneras qué es lo que me gusta de todo esto. De los gritos, de los sonidos que no llegan a ser atronadores pero son algo, algo son algo mucho más nuevo que lo último que un moderno me recomendó para escuchar. Qué es exactamente lo que me gusta de tanta rabia y que le viene faltando. Antes de cruzar Bartolome Mitre pego la vuelta. Arrastro conmigo una pila de diarios que encontré tirada y de a poco me uno al fuego. Cada vez que tiro algo tiene tu cara. Cada vez que algo se quema tiene tu cara. Cada vez que algo se prende tiene tu cara. Cada vez que algo se hace ceniza tiene tu cara. Cada vez que algo se hace polvo tiene tu cara. Cada vez que algo se desvanece tiene tu cara.





jueves, 16 de diciembre de 2010

24:

Cuando me lo encontré al pichi en el recital de Biafra lo primero que le dije fue: qué es eso que vas a dejar de tocar?. Se me hacía increíble pero al mismo tiempo me parecía lo más lógico del mundo, para mi propia pregunta ya tengo una respuesta, penosa, triste, irreparable, pero respuesta al fin.  Había llegado a Biafra de una manera graciosa: gratis. Veía con mucha nostalgia a una criatura del hardcore abrazando su vinilo con celo. Acomodaba sus anteojos cada tanto, estaba sola, recordé una frase trash del grindhouse moderno "no hay nadamás hermoso que el ego de un ángel magullado".  Lo hablamos después me dijo Asma, pero quedo rebotando en mi meoria la frase cruel "no me escucha nadie". No sabía si valia la pena decirle que creo que es el mejor guitarrista del rock, melodista en rigor, que se sento en mi casa para explicarme hace ya ¿cuatro años? ¿tres años? porque una federalización del rock es necesaria y porque las canciones de Belle & Sebastian son fáciles usando un transporte y listo. Me acuerdo de él tocando solo en el patio de mi casa y mis amigas comprandole el disco, las pocas copias que quedaban de "El compañero Asma Respira". Solo tres años, algo más de mil días y todas sus noches bastan para que me inunde una melancoía rota y estúpida que ya no miro como expectadora, soy parte o lo que es peor intento ser parte, pero el motor no me anda, mi modelo esta fallado. Abajo una masa de gente se desvive tras lo gritos de California Uber Alles.

El sábado dos 53 me dejaron a pie en la puerta de mi casa. El primero vacío siguió de largo, el segundo muy lleno hizo lo mismo. El tercero finalmente se detuvo. Ahora mientras escribo, en realidad mientras recuerdo, una familia forma su album familiar a mis espaldas. En un bar le hacen una sesión casera de fotos a un bebe, que sin su consentimiento quedara inmortalizado en facebook, rodeado de gente que le pide en el lenguaje de la idiotez máxima que por favor mire a la cámara. El padre comenta, mi hijo ya tiene personalidad y la madre comenta, tiene un carácter muy marcado. Para semejantes cualidades me atrevo a pensar porque la abuela entonces le habla en ese medio lenguaje que forma a la perfección cerebros poco sensibles a cualquier estímulo del arte o lo que es peor, deforma la épica del lenguaje, tan complejo nuestro castellano, con el único motivo de perpetuar mi pánico a la maternidad. Tener hijos no es lo grave, lo grave es criarlo con los hijos de los otros, que son las versiones pequeñas del infierno que habitan sus padres.


El otro día me preguntaron si me gustaba Perdedores Pop. La verdad que no. Pero tampoco importa.  Todo lo que cuento es algo que pasó hace mucho tiempo.

jueves, 25 de noviembre de 2010

23:

Prendo un faso y en la radio siempre el mismo idiota.  De la música.


1:

Venenito me preguntó ¿por qué La Cámpora no canta Perón Perón que puto sos, mi general cuando coges? Con miedo, si: miedo, de que fuera él decidido a entonar dichos versos ya menospreciados bajo una forma de sinuosa cumbia, ese ritmo forastero que redime la clase media que no toma remis en provincia por miedo a ser secuestrada pero hace incursiones a la vera del río en el Tigre mientras deja el scort al cuidado de un terciarizado de la vida, le dije: no tengo idea. Con unos pantaloncitos minimos como toda vestimenta, Venenito me agarro fuerte de la mano, me clavo las uñas nacaradas brillantes como el mic en una mano y me dijo: se esta yendo todo al carajo. Yo asentí, alejada de la política como me siento en estos días que añoro ser un poco como esta travesti que va cruzando la vía pública. Como todo atuendo lleva una tanga minúscula y unos tacos que miden mas que el Sheraton, baby.


2:


No hay mucho para decir estos días. No hay casi nada para decir, estos días que parecen las últimas horas de una fiesta a dónde no nos invitaron y por lo tanto no fuimos bien recibidos. Ni ellos ni yo ni nadie. El otro día fuimos a una fiesta y nos dimos cuenta brutalmente que la gente ya no baila. Sentada, lo único que podía hacer era dejar pasar las horas para llegar a casa lo más tarde posible, es mi manera de hacerle saber a todos mis contactos que me mantengo lo más ocupada posible. Si, es mi manera. la música era mala pero eso es irrelevante hoy por hoy. Siempre pienso en volver a fumar para tener algo que hacer en las fiestas, para tener una actividad concreta. Llego a mi casa a las cuatro de la mañana pensando que podría no haberme nunca, pero pesa en mi el concepto, la idea o la fantasía de una nueva aventura. Si estoy afuera necesariamente pasan cosas. Si estoy adentro lo único que tengo son las luces verdes que se prenden y se apagan, que se van a roja, se trasladan a naranja y finalmente aparecen desconectadas sin haber dicho nunca hola o adiós.


3:


Venenito me preguntó si hoy festejabamos sin agredirnos mutuamente o simplemente era un día como cualquier otro. Mientras arrancaba un papelito de bebotas hot le dije, podemos festjar yendo juntos a box. Arranque  20 papelitos al mismo tiempo. Un día vas a recibir tu merecido castigo cortándote con el papel neni, me dice. Lo veo arrancar un papelito que habla de las estudiantes paraguayas hot. Antes nada más eran las paraguayitas hot ¿las educaron?, me pregunta. No sé, le digo. Un volantero nos mira a lo lejos.  Últimamente mis fantasías sexuales se ven aplastadas por el prime time de la violencia de género. Payback it´s a bitch. Me imagino con el cuerpo mas firme y los musculos más marcados sin miedo. Mientras arranco una nueva tanda de papelitos, muy fresca puedo oler el pegamento, pienso que entre las cualidades del boxeo se encuentra la de cansar el contrincante. Pienso también que no hay que pasarse mucho de la línea. La pelea que mantenemos desde el 2005 ya me esta cansando y este entrenamiento que hace que los abdominales me duelan y que lleve un moretón violáceo en mi costillar, son un precio justo camino a darte el golpe final. 


Arranco otro papelito. Puta, me grita un volantero. Nada que no me dijeran antes pelotudo.

martes, 2 de noviembre de 2010

22:


 Yo. Yo. Yo. Yo tuve la mejor flor.


El White Trash me estuvo preguntando como era él en esa época a lo que le dije, mira no me acuerdo, a lo que me contestó, dale que sea la última vez y así. Cinco horas, ponele, de alto dramatismo de la costumbre más nacional que tengo: la repetición de los hechos. Algunas cosas dije, mentí bastante, otras creo que directamente las inventé. Pero las inventé en el pasado. No en el presente. En retrospectiva llevo mintiendo sobre White Trash desde mi segunda adolescencia pero ese es un tema que me voy a reservar para más adelante. Ahora visitemos ese pueblo tan olvidado que se llama Los Otros.

Muriendez no define si duelo si o duelo no.  En un silencio abrumador me deja sola, pensando con mis propios fantasmas si el país se cae o no se cae un carajo. Para mi que estos pibes están pensando en el alquiler, me dice. Asiento ante la brutalidad de la economía. Le toco la rodilla con mi rodilla pero no hay corriente eléctrica, hay un corte de hielo abrumador. Ofendida, mi estado natural diría Venenito, me voy. Salgo a la calle y no encuentro interlocutor válido. Cruzo en botas de invierno al calor del nuevo verano y entro sin pensarlo al establecimiento avícola. Hola, le digo decidida al poyero. Hola chiqui, me dice. Si algo tengo para destacar del dueño del establecimiento avícola es su capacidad de hacerme sentir querida. Con su delantal que misteriosamente siempre permance blanco, negando las manchas de sangre o pequeños coagulos que largan esas nobles bestias saturadas de hormonas, afila dos cuchillos que bien usados harían de mi justicia poética un acto político concreto y útil. Siempre que pienso en el dueño del establecimiento etc pienso en un joven fan ricotero de la primera hora, no una basura como yo post Bulacio. Qué vas a llevar chiqui, me dice. Cómo en realidad no quiero llevar absolutamente nada, empiezo a manotear cosas al azar. Fideos, queso, pan, caldo de verduras. Levanto la cabeza.  Viste cadena nacional, le pregunto mientras intento seguir mintiendo que en mis ánimos de ser buena esposa salí corriendo a buscar una cena improvisada pero cargada de amor Knorr. Si, me dice. Se limpia las manos contra el delantal. Me doy cuenta que solo tengo 30 pesos. Empezaron las cuentas.

En el ´84 ya me habían mandado a hacer un trabajo sobre papel prensa y fuimos al cierre de campaña de Alfonsín ¿te llevaron tus viejos? Yo tengo 45 años igual, así que imaginate a mi eso me marcó la vida porque fuimos todos, ahora me hablan de reventar la plaza y no entiendo nada. Para mi la gente tiene que ir en cana si hace las cosas mal y tiene que estar afuera si hace las cosas bien. Pero en el ´84 o era el ´83 la verdad no me acuerdo bien discutimos que era eso de papel prensa y un poco hablamos de la tortura. A mi me parece una mierda eso de matar gente, pero me contaron que hubo militares que se negaron a eso ¿no? ¿es verdad? No sé. ¿Los mataron a esos? Igual fueron los menos,  hijos de puta sobran. Ayer fui un poco a la plaza cuando se lo llevaron quería ver como era, como se iba. Pero los otros días no fui, no es que no sabía que había que ir, pero acá tengo que trabajar y las nenas van al colegio y la madre no puede sola con todo. Pero el día que se lo llevaron pase a ver como era todo. El tipo tenía un buen gobierno y yo lo vote. No sé nada de política a mi no me preguntes de política pero un par de cosas que pensé que Alfonsín no pudo hacer el tipo las terminó ¿qué decís? Bueno vos sos chica, sos de la que pensás que Alfonsín no pudo? Ah, ok. Al tipo no lo dejaron pero yo no sé de política pero yo te digo que era jodido salir de eso. El ´83 fue pesado chiqui y los dos años anteriores no sabes. ¿Cuánto tenías? Ah no habías nacido, bueno cuando vos llegaste estallo Malvinas y yo pensé me llevan o no me llevan. A Malvinas yo no fui pero era todo pesado esos años, es como los que ahora pretenden que la mina siga sin los del PJ ¿en qué país viven? Era aire pesado de respirar chiqui en esa época que te cuenten tus viejos, preguntales. No se pudo y cuando no se puede no se puede, es como cuando le digo a mis hijas que aumento todo y no hay pelotero ¿me seguís? Es el no y listo, no es no, listo no es no, es no. Si te digo que no es no. Yo no sé de política pero para mi no se entrego nada, no se pudo y bueno que se acepte lo bueno de Alfonsín como yo acepto lo bueno del flaco este, que igual chiqui se afano la vida. ¿No? ¿Vos que decís? ¿Hablan con tu novio de política? Igual ahora no vamos a saber y que se yo, no importa. Antes que nada se murió un padre, te lo digo porque yo soy padre. No sé como ella volvió a laburar el lunes, a mi si le pasa algo así, yo no quiero saber nada. Que me vengan a buscar, pero yo no quiero saber nada. Si a mi me pasa algo así que me vengan a buscar porque yo no voy a salir chiqui, no voy a salir y se me vienen a buscar igual no voy a salir, porque no, yo no salgo. Pero la mina trabaja para nosotros no, trabaja para vos, trabaja para mi, para nosotros que laburamos. ¿Cómo te fue en el laburo hoy a vos? Ya van a venir días mejores chiqui, mientras tanto pensa que te dije que vuelvas a comer carne, mira que siempre puede ser la última vez. Olvidate de eso que te dije, estás perfecta así como estás. Pero bueno, son elecciones no, yo te respeto a vos, vos me respetas a mi. Yo como pollo por ejemplo. Vos no comes pollo. Algunos lo votamos otros no. ¿Vos lo votaste? Ah mira, no me lo hubiera imaginado. Son $28 chiqui.

Muriendez mira fijo la pantalla del televisor. Te vas a quedar, le pregunto. No sé, me dice. Dejo las dos bolsas en la mesada de la cocina. Escucho esa tormenta de ruidos turbios que son las noticias. No quiero saber nada con lo real, le digo. Asiente. Se para torpe como es, buscando el botón del control remoto y en el último eco de la última noticia puedo escuchar algo que vengo necesitando ¿Te ayudo en algo?

viernes, 29 de octubre de 2010

21:

El mundo esta lleno de hijos de puta y hoy especialmente esta llena la ruta / No voy a morir de amor / No voy a morir de amor / No no no no no



1:

Fuimos a La Paz porque La Giralda nos negó el asilo, por primera vez, realmente político. Café, cargado, para todos. En el camino, antes, mientras íbamos viendo a las nuevas olas llegar, lo único que podía notar con dolor y admiración eran parejas mayores que se abrazaban como jurando votos de amor colectivo para siempre ante nosotros, sus hijos, que crecimos con la barrera del forro, hijos del divorcio, desamparados para amar, educados sentimentalmente en la berretada del está todo bien, que dure lo que tenga que durar y demás excusas para no comprometernos a decir que tenemos un compañero o compañera de vida, porque estamos más allá del para toda la vida, pero en el más acá del Yo puedo todo solo. O sola. Horas antes mi madre me había dicho estúpida nuevamente, les voy a contar como lo hizo:

- Estoy durmiendo.
-Callate un poco. Se murió Néstor Kirchner.
Y me corto.

Dormir sola es una tragedia si se tiene frío. Eso es algo que pensé cuando aprendí a vivir sola y llegaba a casa, con los zapatos altos en la mano o en un taxi mirando la ciudad y el vació de la cama se anticipaba en el vacío del taxi, en el asiento junto a mi nadie, en la cama para mi muy grande, tampoco nadie. Ahora que todos los días un poco aprendo, mal y torpemente, a encastrarme en el cuerpo del otro pienso lo que debe ser el peso de estar 40 años durmiendo con la misma persona. Más allá del sexo y más acá del termómetro que se te instala en el cuerpo, de alguna manera congenias tu temperatura con el de al lado. Mas allá de los buenos polvos y más acá del reloj despertador que se te instala, cuando él se despierta vos te despertas con él. Entonces cumplen un año juntos, dos años, cinco años, diez años, 20 años juntos. Estuve mirando esas parejas que hicieron una simbiosis extraña y difícil de captar en el aire, conjurando su miedo, enfrentado de alguna manera su destino, haciéndose cargo de su elección. La vida cotidiana y el proyecto personal que se hace con el correr de los años un nosotros es la micro política que me dicen que es imposible en un país verticalista y necesitado de líderes carismáticos. En la cima de mi inmadurez hoy me dan un cachetazo para recordarme que estoy por cruzar la delgada línea temporal que hace que ya no sea romántica mi soberbia, que hace que mi soberbia este a pocos centímetros del enemigo más temido: el cinismo. Entonces mientras miro a esas parejas que aplauden noto que pocas están con sus hijos. Como si hubieran decido ir solos,  casi ninguna de estas parejas están con sus hijos. Pero se besan o se abrazan, se miman y se contiene, se tocan y se acarician, como si fueran adolescentes en la puerta de la facultad de Psicología. Entonces recuerdo por un instante algo que comentabamos con amigos entrañables hace dos años atrás. ¿Por qué los militantes de los ´70 en las fotos se ven tan lindos?. No pasamos una noche entera hablando de eso, un poco avergonzados por nuestra frivolidad pero también con un poco de envidia y extrañamiento. Sin caer en la fervorosa tentación, intentando contener, pienso en voz baja pero lo escribo igual, en realidad me lo pregunto ¿Acaso el centro del mundo a veces tienen la generosidad de brindarle a una generación un poco del material que lo compone? Miro esas parejas y son jóvenes en su accionar y su cariño. Ellas están grandes y tiene las arrugas en la cara y ellos ya son señores con mucho pelo blanco. Pero veo una, dos, cuatro, cinco, seis, diez, veinte, más parejas así que hacen que quizás de a poco me anime a dejar de lado mi miedo recalcitrante que no me permite librar la cadena de lo que creo es mi libertad, pero es el miedo más atroz. ¿Qué voy a hacer si me dejas?. Entonces me doy cuenta que no voy a hacer nada, que es mentira que voy a poder seguir. Entonces quizás un poco, muy poco, poquito, desde la insignificancia de no ser más que un número censado en la historia, intento entender el dolor, la desesperación, la brutalidad de darle la mano a alguien y decirle, no me dejes, vas a salir de esta.

2:

Emergí del subte luego de fallar con la línea 7. Un grupo de chicos tiraron agua a pocos centímetros mios. Cuidado con la piba, gritaron. Seguí caminando. Vi gente y entre. De un lado la bandera de la Anibal Verón, la de tela blanca y letras rojas con las impresiones de Maxi y Darío en negro. En el cielo un globo gigante de SUTERH. Al frente una cara enorme. Es Evitao es Cristina, me pregunta Daniela. Viste que te las confundís, me dice. Ayer estaba segura de que era Evita hoy estoy convencida de que es Cristina, le digo. Nos quedamos mirando la imagen que se sostiene en la brisa del día y se hace enorme con el sol implacable de la tarde. Ya paso hace mucho la hora del almuerzo pero la gente sigue comiendo el único menú posible en las marchas, paty, panchos, coca. Me subo a una valla y veo que la gente esta queriendo ser mar. 
El nombre de Mariano Ferreyra sigue intacto en el Cabildo, no fue borrado, no fue tachado, no fue tocado. Convive junto a un Cristina 2011, también con un Gracias Néstor. Bajo el nombre de Mariano se leen las siglas del movimiento que lidero Santucho. A Cristina y a Néstor los acompañan la JP. Me pregunto, hacía adentro, timidamente si alguna vez vamos a poder dar con el país el giro a la izquierda sin chocarnos contra la pared. Fernando, que es más sabio, me dice a la izquierda doblas y esta el foso. Me pregunto entonces, si se puede romper con las propias manos la pared. También me pregunto, diez años después de la plaza que me cambió tantas veces la vida, que es lo que esta pasando que haces semanas, pocos meses, menos de un año, muy lentamente todos mis nombres familiares del 2002 vuelven a mi vida, como en un curso natural, como la marea liviana y tranquila. Me pregunto si lo que pasamos juntos en las calles, si nuestra construcción hoy tan maltratada, tan menospreciada, tan de asambleístas, tan tirada abajo sirvió al menos para darnos una abrazo y contenernos con Ferreyra. Si sirvió para que tengamos hoy más cerca de los 30 que de los 20 para estar acá en la plaza haciendo con lo poco que sabemos, algo cercano a la empatía. Si conseguimos la madurez necesaria para comprender que el dolor de un compañero, más allá de las decisiones partidarias y más acá de lo transitivo, se respeta. Ahora me pregunto si vamos a tener la entereza y la fuerza física para volver a transita el camino político de los que no quedamos en la historia pero queríamos ¿queremos? volver a intentar aportar alguna que otra palabra, foto, gesto, texto, amor y entrega que nutra y le de piso a aquellos que van a escribir su nombre en el camino del presente que nos ayude a volver a mirar al futuro.

3:

Fui a cenar con Pablo. Un banquito fue nuestra mesa, tomamos coca cola. Puedo usar el vasito de El Principito, le dije. Ahí me dí cuenta que era una niña.

4:

En la plaza los chicos se trepan a la valla. Una señora se da cuenta que le saque una foto entonces por magia de la tecnología me pide verla. Me pasa todo el tiempo. Llevo una libreta para que anoten sus mails y sus nombres, llevo la memoria para no errarle al destinatario. No me gusta, me dice, no tengo ninguna foto linda de mi. Sacame otra, me dice, sacame linda. Volvemos a probar, si me permiten el detalle el 50 mm es un lente muy mortal. Muy hermoso, pero muy verdadero, digamos que lo que se ve en ese lente es lo más cercano a la verdad.  Volvemos a hacer otra foto y tampoco le gusta. Me veo grande, me dice. Sus compañeras se empiezan a reír. No me puedo ir porque aprendí que si en 10 años de marchas, piquetes y cortes de ruta no me tocaron un pelo y me ampararon siempre, muchas veces amparándome de mi propia estupidez de estar parada cual estúpida que cree que la cámara es un arma entonces va libre por ahí frente a la infantería, es porque siempre entendí que el protagonismo me lo tengo que ir a buscar a otro lado. Entonces otra vez haciendo la foto que la señora que me pregunta cuantos años tengo y me grita que no! que no puede ser, si pareces mi hija que tiene 24, entonces me empieza a contar que Mari su hija que tiene 24, esta estudiando en la nocturna y que me va a dar el mail de ella, porque ella no tiene mail, pero tiene una casa, me cuenta que nunca tuvo una casa, porque es viuda y se quedo sin nada, pero tuvo una casa, porque Hebe, le dice Hebe con una cercanía que le envidio, la ayuda a construir su propia casa y que tiene flores y un baño. En el medio de todo eso, intento no largarme a llorar. Le saco otra foto y varias más hasta que se decide con una. Saca la mano por la valla y me dice, gracias, cómo te llamas vos. Que lindo nombre, me dice. Sus amigas que son señoras grandes, con manos muy curtidas me dicen chau nena. Que ladys. Mandame la foto o te vamos a buscar, me gritan y se ríen. Les creo.

5:

Me pareció verlo a Sebastián cámara en mano, me enseño todo, entonces lo abrace. No bien sentí el cuerpo me dí cuenta que no era él, solo era alguien muy parecido. No me soltó, entonces no lo solté. Sentí un poco de vergüenza y fueron segundos muy largos. Me retuvo un poco, no entiendo mi manía a ser retenida a la fuerza en las muestras de cariño. No me soltó, le pregunte su nombre así en el oído como si fuéramos apriete circunstancial de una noche en El Dorado.  Me lo dijo y yo le dije el mio. De a poco me soltó. De a poco lo solté. De a poco nos soltamos y si el destino quiere, si es que la política me esta arrancando de mi comodidad, quizás lo vuelva a ver en una marcha, un 24 de marzo o un 20 de diciembre y nos vamos a mirar de lejos porque nos hicimos cómplices de una anécdota histórica en nuestra línea temporal en menos de cinco minutos.

6:

A la noche volví a la plaza y chicos con Black Berry hacían la fila. Chicos con traje, jóvenes universitarios, parejas, estudiantes. Se sostenían en el amparo de la noche como podían. En la esquina del banco Francés una valla incontenible estalló cuando Chavez salió en la pantalla. Apure una foto. Un grupo de chicas se abrazaron y me dibujaron la V con sus dedos. Nunca creo esos gestos, tampoco los creo hoy, quizás no los crea en retrospectiva ayer, pero quién soy yo para meterme con el duelo o las ilusiones de aire, quién soy yo, si creí en el autonomismo y la construcción horizontal, quién soy yo, hoy soy más mi conjunto de fallas, errores y deslices políticos, hoy soy un poco más eso y en la perspectiva de la derrota que tuvimos no me olvide, nunca me olvide, que mientras perdía el terreno político que encima no cultive bien, me ganaba una casa, un trabajo que no celebro pero que me permite estar por ejemplo ahora, escribiendo en un bar, mientras las ventanitas me llenan de palabras y leo a los amigos y amigas que estuvieron conmigo con rabia por Mariano Ferreyra y se hicieron más compañeros; pero también estuvieron conmigo todos estos días, perdón, conmigo no, con las circunstancias, la historia y la observación tranquila, distante por momentos, más física por otras, estas últimas horas porque no queremos ser súbitamente algo que nunca fuimos, no queremos fingir algo que para tragedia o construcción nunca seremos. Dejo el yo y la primer persona, me saco de encima el "a título personal" que es espantoso y encima suena a vejez y egoímo. Entonces nosotros lo que queremos ser, quizás en el impulso del fin de una era, es un pequeño eslabón en la cadena de la única vida que vale la pena ser vivida: la de la política cotidiana, la de la empatía y la percepción del dolor ajeno, la de la palabra sin miedo, la de la confrontación porque un nosotros ampara, la que se saca el miedo de encima y dice un poco desde abajo, un poco desde la nada, un poco desde el atrevimiento:por todo lo que se hizo, por todo lo que falta hacer.

7:

Este es el arco que cierra un círculo que puede ser de fuego o puede ser de endogamia. Ayer a la noche pensé, sola, antes de irme a dormir, en la botella de agua que tome recostada contra la pared fría del cabildo. Puede la pasión ser el vehículo de un pensamiento. Se puede albergar en el cuerpo el sentimiento de querer algo tan simple como vivir mejor. Pueden hombres tan grandes entrar en un cajón que misteriosamente, quizás cegada por el aluvión de circunstancias, ví enorme. Un acto de justicia estético, una barbaridad poética, un cross al corazón, un golpe de calor en las mejillas coloradas que aunque sea por un segundo, por la sangre que bombea al galope, tuvimos todos.





20:

 Son pájaros de la noche que oímos cantar y nunca vemos.



Estaba esperando el colectivo con frío en la Avenida nadie. Ya eran más de las seis de la tarde y estaba llegando tarde a mi aviso de llegar tarde. Creo que no fue relevante.  El viento me lleva puesta y la calle, sus cosas, las que la componen, el asfalto, las baldosas, los cimientos de las casas, las contrucciones, los negocios, la gente adentro, empaquetada esperando que le toquen el timbre o no, los chicos y las chicas, los pocos que caminan y el cielo tan abierto que se sigue inundando de nada.  A lo lejos se ve venir el colectivo que por primera vez parece una cosa antes que una máquina. Se desliza cansado. Llega a mi lentamente.  Se detiene como si fuera imposible retomar la marcha. Me levanta y me lleva mientras mi extranjerismo a ultranza escucha una banda de sonido traidora, que no habla en mi idioma pero traduce en pensamiento las palabras que se suceden sin parar.

En el viaje pensaba en muchas cosas, vinculadas con el dolor. Pensé si la gente que estaba alrededor mio había sufrido últimamente. Una semana atrás en el auto prestado de Venenito vimos a una chica llorar en un umbral,  abrazandose el cuerpo. Muy joven. No vale la pena, pensé.  Corrección: él no vale la pena, pensé. En decirle, en convencerla, en contarle. No dejamos de mirarla ni un segundo amparados por los vidrios polarizados. Cuando arrancó y me ví en la necesidad del tabaco, urgente quemando ya mismo mi garganta, me dí cuenta que mi discurso reivindicativo para la pibita que lloraba no era más que el mantra que me vengo repitiendo en los últimos tiempos. Soy yo, pensé. Tengo que dejar de ser yo, pensé. Me tengo que cansar de mi misma para quizás descubrir el amplio mundo de los otros.

Llegar se llega más allá de la voluntad. De la tuya y de la mía pero llegar llegás. Hace poco me dijeron que tenía que dejar de lado el me acuerdo cuando. Pero miro por la ventana  del colectivo y tengo memoria, las cosas están ahí puedo verlas como si estuvieran pasando, como si la historia fuera una repetición constante que puedo activar solo con mi pensamiento. Los charcos de sangre o las figuras marcadas por tiza. A la luz de lo que ilumina la vista son cosas que nunca se terminan de borrar. Estuve caminando con algunas personas, hablamos de un juego de zombies. Te va a encantar, me dijeron. Te vas a hacer fan, me juraron. Te va a generar una adicción, me deslizaron. Otra más y son tantas. Dormí tres horas, dije. La última vez que había dormido tres o cuatro horas fue en mi transición a los 30 años.  Me dolía el cuerpo pero por otras cosas. Ahora estoy acá queriendo decir que la política también es el tacto y el roce cotidiano, que algunas marcas de las represiones no se van nunca, pero cuando me reprimís el sentimiento mi amor, es como cuando me largan la infantería por Plaza de Mayo derecho. Cuando me anulas el diálogo es como cuando el camión hidrante te mancha de azul para identificarte. Porque se me nota, este dolor de hoy. Se me va a notar este dolor mañana. Voy a fingir como se finge cuando no se le quiere dar la razón a un cana de que el golpe te dolió. Voy a fingir como cuando se finge frente a la derecha la herida de muerte a la izquierda, que por si no sabes es donde esta mi corazón. 

Estuve pensando en vos Fernando. En decirte que sos lo más parecico a un padre que me quedo, que sos por las condiciones físicas reales igual de distante que el verdadero. Me acordé del llanto histérico que me escuchaste más de una vez y quiero revelarte un secreto que tengo acá atragantado en la garganta y me esta matando todos los días un poco. Hola, soy yo que te fallé tantas veces. Quiero levantar un día el teléfono, que mi sueño sea real. Alrededor mio mientras tanto pasan cosas más relevantes que mi yo. Eso me hace bien. Me hace bien que alrededor mio se esten definiendo cosas menos mezquinas que mi constante repetición de errores en loop. Fuerte para la militancia y decidida para el no. Una señora de más de cuarenta años se abraza con su señor esposo y la alianza le brilla contra las luces de Perú. Adelante de las confiterías cerradas y de un musimundo que dudo tenga razón de ser mucha gente en un día que era un feriado, el feriado en donde todos ibamos a hablar del Yo. Esas parejas históricas tienen algo que por momentos me parece un horror y por otros la única manera de seguir viva. Ese lenguaje sin palabras. Te miro y lo que te pase yo ya lo sé. Si esa palabra no esta para preguntar, si no hace falta el diálogo y nos medimos el corazón y el ánimo, el dolor y la rabia, por el tacto del otro, la manera de mirar, la posición de los ojos y aquello dónde los ojos se posan. Ese lenguaje lejos de la palabra y mediado por una fuerza superior que desconozco como se llama. Eso a veces no se si es lo que va a salvarme la vida o lo que va a condenarme al terror, al dolor, a la inmensa agonía de pederte 40 años después cuando ya es tarde para saber estar sola, para caminar día a día la calle, para empezar otra vez, para resistir sola, para tener un cuerpo joven, para ser hermosa, para ser deseable, para tener un compañero o para saber estar sola, sin vos, sin nadie, sola con mis circunstancias que son en este momento una sucesión de pensamientos que a medida que pasan las horas y me pasan los años se hacen más y más irrelevantes. Hasta cuando voy a peder el tiempo persiguiendo la vida que no puedo tener y voy a poner el valor y el cuerpo en la vida que ya tengo. Hasta cuando.

 

lunes, 25 de octubre de 2010

19:

I don´t belive the absolute anymore
I quiet prepare to admite i was wrong



Estabamos acá el otro día como si nada viendo como Muriendez terminaba de cagarse a trompadas en la puerta de CBGB porque yo le mentí que un tipo me había dicho puta. Me dijo puta. Entonces fue de una y le metió un botellazo en la cabeza, pero para nuestra sorpresa el tipo no reacciono, así que le tuvo que empezar a pegar. Cosas que pasan. Desde la vereda de enfrente unos chicos miraban horrorizados pero yo les grité que ya estamos en épocas de hacer la justicia con nuestras propias manos y que no se hable más. Los chicos me repudiaron desde la vereda de enfrente. Con el pico de la botella en la mano y amenazando con cruzar les dije, decímelo en la cara. Cagones burgueses, a ver si me putean por mensaje de texto, le grite. Venenito celebró con un baile caótico. Muriendez volvió con un poco de sangre en las manos. Lo hago para que con el ejercicio mantengas tu figura, le dije. Ok, me contesto. Vamos a comer algo, dije. Me siguieron mansamente. 

Parada, brazos cruzados y mirada aguda, frente a La Giralda dije, no entiendo porque esta cerrado este bar de mierda. Son las 4 de la mañana y hace frío pero no tanto, apenas. Muriendez fuma contra la pared, mientras Venenito arranca los papeles de prostitución. Lo haces por conciencia social, le pregunto. No, me dice. El de las paraguayitas es una obra de arte, me dice.  Vamos a Sailor, grita alegre e iluminado.  Empiezo a caminar rumbo a La Paz que lamentablemente no es mi mente, es un bar de mierda con pecera y recuerdos de muertos más talentosos que yo.

Abierto, algo es algo. Que es MSP, me pregunta Muriendez. Venenito se metió en el baño con mi agenda, tiene estrictas órdenes de escribir todos los teléfonos celulares de ms ex novios y acérrimas enemigas con leyendas del tipo "25x10 pasivo $30 zona Centro" o en el caso de las chicas "Soy una hija de puta y me gusta serlo". Manic Street Preachers, le digo. A mi me gusta el rock, me dice Muriendez. Pido café negro doble y rechazó la sacarina. Muriendez me pregunta porque no soy como todas las chicas que le ponen sacarina al café. Es de frígida eso Muriendez, le digo.  Él toma pasivamente un litro de cerveza negra. Escuchamos un ruido seco, que viene del baño. Luego una risa que se apaga como cuando alguien grita,  pero de miedo. 

Estuvimos mirando el pasto crecer un tiempo hasta que nos cansamos y nos fuimos a casa. Del baño no salió nada bueno. En los últmos días absolutamente todo parece tener una seria dedicación a morirse. 

Ya en casa, sola, me dí cuenta que el hecho de no fumar se llevó consigo la falta total de dramatismo visual en mañanas tan estúpidas como estas. Del otro lado de la puerta a lo mejor pasan todas esas cosas que imagino. Por ejemplo una vida más luminosa, menos caótica en donde todo lo que hace daño desapareció no  por voluntad poética de un mundo mejor. No. Simplemente porque se legalizó la portación de armas y ejecución frente a daños materiales en la estructura del corazón.




martes, 19 de octubre de 2010

18:

El otro día me dí cuenta que nadie me preguntó jamás por el aniversario de mi padre, pero cuando intenté recordar la fecha exacta tampoco pude.  Bajo semejante realidad no puedo culpar a nadie, técnicamente, pero creo que el no recordar se encuentra atado a que todo el mes, entero todo el mes entero, se cierne como un holocausto gris del recuerdo de la enfermedad. No creo, entrando ya en la parodia de lo confesional, que la muerte, que palabra, fortalezca el espíritu y temple el alma. Creo que en todo caso hace que a los ojos de los demás, durante un tiempo que siempre siempre termina, se escuche un murmullo breve recordando lo que pasó. Como un sonido irritante de los que no se atreven a hablar porque tienen miedo. Lo que corresponde es entonces preguntarse si hay alguna manera de obtener la vida eterna ¿no?.  Vos, yo, como volver a ser relevantes. 

Ya paso. Estoy pensando en lo que esta por venir. Internet it´s over. Se termino. Ahora que vamos a hacer, es algo que no sé, porque ya no leemos y escribimos para tus amigos. Es repetir todo el tiempo. Sin parar. Estuve todo este tiempo pensando en las pocas veces que creí en algo.  No tengo una política flexible de la estética, tengo una política tajante. El sábado salí fui a una fiesta lo mismo de siempre, dialogo. Black Berry ilumina la pista, no tu luz, no la mia, no el neón. Te pensé Muriendez,  mal que mal yo te pensé. En las luces de la terraza vi el abismo que esta por venir. Leo las tapas de afuera. Cómo te ven. Eso es como yo, un poco, como te veo yo, como veo mucho lo que eramos. El otro día me cruce, no me acuerdo como se llamaba. Ese chico que salió con vos,  el mismo chico que salió conmigo. En el recital de yo la tengo. No queda nada, eh. Te aviso no queda nada. Es el hábito de repetir el que hace que yo este acá. Un día, como todos, me voy a morir. O me voy a ir a domir y game over. Si es que no tengo la dead line puesta en el tope de la tragedia y pasa algo. Esos segundos no quiero ver toda mi vida, pero menos quiero ver la vida que podríamos haber tenido. Que es lo que veo, cuando las luces de colores de una terraza, son los cascabeles que se ciernen como algo parecido al closing time de un era. Me voy a casar. Voy a ser madre. Un día me voy a levantar y voy a vivir en un modelo de país diferente. Un día nos vamos a cruzar y quizás yo este en el segundo hijo pero no pase los 35 o 36 años quien sabe. Siempre joven. La genética. Entonces las cosas se van a caer un poco alrededor nuestro y algo parecido a la lástima, también vinculado a cierta pena y porque no a un poco de rabia va a ser el rush del encuentro casual con la charla amena. Bien, vos bien. Te veo bien, vos bien. Que bien, te veo bien. Vos bien, te veo. Bien, vos bien. Te veo bien, vos bien. Bien.

Volviendo a lo normal. Si es que lo normal existe. Un día se te  va a morir toda tu familia y ya te digo va a ser fácil. Porque pasaste los 30 y tuviste un hijo y te van a decir, a vos si a vos, que tenes que seguir adelante por ellos, pero es mentira. Vas a seguir adelante porque tu familia ya te dió todo, solo vas a sentir un alivio culposo. Por eso a vos a mi y a un par más nos gusta la idea americana de vivir, funeral con cena y café recien hecho incluido. Humeante y caliente, very hot, very black, also strong. Como dicen los americanos, let it go. Cuanta franqueza, que tremendo pero es eso. Vas a sentir un alivio enorme porque no vas a tener que comprar más medicamentos carísimos o discutir que hacemos con mamá en tal o cual fiesta. Hipócritas. Eso sobreviene frente a todos y supongamos que al 1% de la población alturista les duele. Pero belive me, yo me gano la vida de una manera muy dura. Veo visceras correr en nombre de un título de propiedad, don´t fool me. El sistema familiar es mentira. Lo que importa es cuan cansado estás al final de la noche, cuando te subió la obra social y si los niños necesitan plan dental. No estoy borracha. Vos tampoco. Pero es nuestra conversación en el presente que se hace real en el futuro. Bien, vos bien. Bien, si bien, todo bien. La muerte joven de los padres esconde una cosa muy grande. Pero no les voy a decir que. No quiero abrir el diario y encontrar malas noticias, cuando comprendan que la libertad o el quiebre de los sentidos y en consecuencia el alma, esconde algo parecido a ser felíz. No quiero que eso se mal in ter pre te. Yo extraño todos los días. Pero el campo fértil de ya no tener quer conformar a nadie o presenciar con tristeza, como de a poco me voy volviendo alguien más fuerte, más entera, más necesaria que mi padre. Como de a poco él tampoco llegó a ver del todo que tras la basura propagandistica de devolverles todo, solo se esconde el no pueden valerse de si mismos. Todo eso. Todo lo que te retratan las películas de llorar: es cierto. Pero no podes apagar el televisor o levantarte del cine. Es la vida. Es el final de fiesta. Es el maquillaje corrido. Es inventarse una nueva ética, una nueva moral, una nueva manera de ser yo. No le debo nada a nadie,  me anote en las moratorias y liquide las patentes. Soy yo. El campo abierto es el mundo. Si existe cielo, fuerza divina y juicio final que hagan su trabajo. Somos nosotros, solo que la gran tragedia nuestra es que yo ya sé que todo se termina y vos, vos y vos siguen pensando que hay tiempo por delante, que queda tiempo, horas, años, días meses. Buen día sunshine, el sábado volvemos a salir y todo vuelve a girar, la maquina del me esta pasando algo, estoy disfrutando mi fin de semana. @fiesta. Viví diez años, diez años, en la irrealidad de la noche. No piensen o pienses mal, ya no tengo bien en claro el delivery, pero la única fiesta que vale la pena es ser la fiesta (privada) de alguien.

Cada día que no estamos juntos es un insulto para el cuerpo de los dos.

 

martes, 5 de octubre de 2010

17:

¿Lo has sentido alguna vez?
¿Echas de menos algo?
¿Te has arrepentido alguna vez
de haber tenido y de no haberlo dado?





Te das cuenta que una piba es del segundo cordón nada más con mirarle el color rojo perlado made in Katalia. Se ríe Venenito porque tiene razón. Qué, me dice, si a vos te sacamos del mismo lugar. No, le digo, yo apenas me arrime al primero. Ah que fina, me dice. Seguimos mirando por la ventana del 53.  Nunca pensaste en venirte a tener hijos por acá, me dice. Me río, por su bestialidad inteligente y certera. No, le digo, nunca pensé en tener hijos para empezar. Que negra mentirosa, me dice. Me río. No en serio, nunca pensé en tener hijos. Miro por la ventana y quiero dibujar con mi alientos los días de mi infancia en donde llegue a pensar que era posible ser una mujer a los 20, casada, con hijos, feliz, en una casa de dos plantas, cruzando José María Moreno, yendo al colegio privado, preparando la cena, embarazada.

Antes de que fuera un highlight de Poringa, hace 15 años, Pinar de Rocha era un lugar del rock que separaba en filas masculino-femenino la entrada de chicos y chicas en búsqueda de algo. No fui muchas veces, pero recuerdo los primeros galanteos de gente que hoy quizás esta en el mismo lugar buscando lo mismo que hace 15 años: una chupada de pija. Estoy acá mirando el edificio como si los 15 años no hubieran sido más que un par de meses, algunos días. Un poco más allá hay una estación de bomberos que supo hacer bailes para la juventud. Venenito buscaría sin dudar un link directo con el incendio y lo que ya sabemos todos. Hoy me levanté y sin pensarlo quizás llevada por el calor y los días espantosos de sol que están por venir terminé tomándome el 181, me bajé en la plaza y simplemente caminé. Ahora frene a las vías miro hacía la meca, o sea: la capital, para ver por fuera del arco del triunfo que marca la llegada a ramos, la separación con Ciudadela esa especie de pueblo fantasma en donde nunca hay gente. No importa a que hora pases por Ciudadela nunca hay gente, siempre fue raro que alguien se bajara en la estación. Son cuadras vacías, asperas, enormes, siempre bañadas por el sol como si la sombra no fuera una realidad posible. Nadie frena en los rojos y los domingos son aterradores, porque se atreven a ir mucho más lejos que el aburrimiento burgués o la melancolía de las almas sensibles. Cuando frenas, si miras para los cotados ves desprendimientos de algo muy parecido a una villa. Un poco de tierra, las cuadras ya no son rectas y del otro lado nada. Un no lugar un no tiempo y después el arco del triunfo Ramos, el centro, vidrieras con ropa cara y todas las noches una banda tributo de rock a tu banda favorita de rock porque hoy, ahora, en el conurbano lo que suena es la música de ayer amparada en una sola regla: una que sepamos todos. Las que saben todos tienen más de quince años. Si te pones a pensar, como yo mirando esa palmera estúpida del jardín de Pinar de Rocha, si te pones a pensar vendes todo. Pero si lo pensas dos veces ¿qué coño te van a dar por tu guitarra china?

Mi vida sería mucho más sencilla si consiguiera explicar lo que pasa. Estaba pensando en las noches que me pase desperdiciando vestidos y comiendo mal en La Madeleine mientras miraba el panorama de avenida Santa Fe desde los ventanales. El período previo a la revolución, nunca fui tan feliz. Si me hubieran dicho, advertido creo que es la palabra, que lo que estaba por pasar no era otra cosa que la caída total de todas mis convicciones creo que hubiese elegido lanzarme al amor de una manera mucho menos austera de que la venía practicando. Miro por la ventana del 53, busco sin mirar el tacto de alguien que lleva acompañandome en mi vida tantos años. Toco el plástico. Comienzo a preguntarme sin en algún momento se bajo o simplemente hace mucho tiempo, horas, meses, semanas, toda la vida vengo hablando sola. Sola.

lunes, 20 de septiembre de 2010

16:

Lo ví el otro día y fue como no reconocerlo. Te acordas de la primera vez que vino R.E.M. Si, le dije, me acuerdo perfectamente. De la lluviecita te acordas, me dijo. Si, le dije, me acuerdo perfectamente de la lluviecita sobre el final. Como el conjuro del mundo entero para que yo fuera felíz. Las luces de los departamentos estaban iluminadas y la gente contemplaba desde sus balcones. Cerca de la medianoche el olor a pasto era tan intenso que pensé que a los 19 años no me quedaba nada más por oler, sentir, percibir, tocar. Tenía una musculosa verde oscuro que me había comprado en el Alto Palermo, no sé si quedo en la casa de mi madre o en la casa de la caridad. Tocó Beck el mismo día y me di media vuelta cuando percibí que Dargelos tenía una especie de catsuit luminoso. Mentira que hiciste eso, me dice. Verdad, le digo, si miento que me pase algo terribe. No mentí pero cosas terribles me pasaron igual porque la vida es poner el cuerpo en situación y siempre que puse mi cuerpo en situación con con el tuyo te llevaste un pedazo de humanidad en dónde van quedando pequeñas heridas que con el correr de los años se hacen más grandes. Descubrí, tarde caso contrario jamás te hubiese querido, que con los años la gente no se acostumbra, la gente, yo por supuesto yo, tolera menos. No sé que voy a hacer el día que me corte el pelo, porque no voy a tener más la marea negra que me cubre la espalda y me ayuda a mentir un poco mejor que estoy tan herida. 

Septiembre tiene sus propios olores.  Siempre fumo con Venenito, le robo los cigarrillos cuando quiero llorar. Estamos compartiendo una vitamina C, jugo de naranja para la sanidad del rock. No creo que vaya a salir hoy, le digo. Por qué nenita, me dice.  Es un día para estar en casa, le digo.  Me dice le digo, le digo me dice son los mismos caminos para la melancolía, la misma manera de decir o evitar sostener una noche más poniendo la misma canción en repeat, antes de que el cigarrillo me quite la poca hambre que me queda. No hay que creer en las personas nenita, me dice. Vos queres a alguien, le digo. Fuma aunque no deba fumar tanto. A vos te quiero, me dice. No me alcanza y que no me alcance nada, pero nada, no es novedad.

Para que me llamaste le pregunto a Muriendez. Para hablar, me dice. Que flaquito es y cuanto conflicto me trae pienso. Todo el tiempo que está cerca mio yo quiero tocarlo. Pero el tacto es un viaje de ida y sin boleto de vuelta yo no toco, yo no firmo, yo no doy calor. Fuiste la seguda vez que vino R.E.M, me pregunta. Si, le digo, fui la segunda vez que vino R.E.M. Un ratito de la mano con vos, un ratito de la mano con él. La primera vez me albergue en el olor a pasto y la segunda vez tenia la muñeca sellada por una cinta plateada. Nunca estuvimos juntos en ningún lugar importante, me dice Muriendez. Es tarde y tengo ganas de ir a algunos de esos bares que quedan abiertos por Avenida Córdoba esten llenos de chicas de la noche o no. Estamos otra vez acá mirando la pasividad del río y esperando a ver si finalmente alguien nos roba. Nunca sucede, cada vez que estamos juntos de alguna manera somos invisibles. Nadie nos percibe, no tenemos entidad en el mundo real. Me da la mano. Aprendiste a estar sola en estos años, me pregunta. Radicalmente, le contesto. Pero ahora volves y estás sola, me pregunta. Hoy no sé, le contesto. Volvemos juntos, me pregunta. A dónde, le contesto. A tu casa, me dice. No le suelto la mano, nunca le solte la mano, dudo soltarsela alguna vez pero de alguna manera entendió el no y me soltó la mano él primero arrebatandome el poco calor que se genera en el mes de septiembre.

lunes, 6 de septiembre de 2010

15:

Yo quiero un placer uniforme, grité

Discutimos de pared a pared si Nirvana era una mentira o era la verdad, como si la verdad no fuera otra cosa que la ley de mi capricho enfrentada con pasión al sonido de tu voz de la crianza bien. Fuiste a verlos cuando vinieron, me preguntaste del otro lado de la pared. No, tenía catorce años. Conozco gente de tu edad que fue a verlos. Pero vos no y todo se reduce a eso y a que los años que nos separan hacen que lo tuyo sea una estafa y lo mio en todo caso un no, un permiso negado y la falta de auto y dinero para escaparme y ver a Nirvana. Sorry baby, no vivimos en el Valley o somos newyorkers,  no tengo permiso para manejar, no tengo las llaves del auto, no soy ni fui joven y hermosa, soy esto y debe alcanzar, sobra  me atrevo a decir, ya que del otro lado de la pared Nirvana o no Nirvana el centro del mundo con el pelo en la almohada soy yo. Un insecto de pelo negro que se mete en los lugares más inolviables de la memoria de tu vida.

Conchudita, me dice Venenito, ahora te gustan los muertos. No, le digo. Tengo los lentes puestos y no es de tanto llorar, es el cambio horario, tengo como una epecie de jet-lag barrial super pesado, pero no es al final de la noche un mal viaje. Es lo que hay. Estas muy blanca, me dice, muy pálida. Se rie, tiene ardillas en la garganta y sus dientes son nueces, cuando las ardillas quieren comerle los dientes nace el sonido de su risa. Qué vas a hacer, me pregunta. Con qué, le digo. Con todo, me dice.  Pido café negro en taza, la bebida de la gente valiente sin miedo a morirse. No sé, le digo, voy a seguir viviendo así hasta que las cosas se resuelvan solas. Me mira. Comer de los muertos no esta bueno neni, me dice. Unta el pan con sabiduría, caliente, la manteca se derrite, la expande, él sabe, es sabio Venenito, es muchas cosas, un enfermo entre ellas, pero es sabio, sabe de las cosas de la vida, sabe de comer con dignidad. No es poco. Te gusta, me dice. Mucho, le digo. Pero por un rato, me gusta como una canción de Richad Hawley pero no como un disco de R.E.M. Me gusta para cantar en castellano, me gusta para el mensaje decodificado, pero no me gusta para la vida real. Para la mañana a mañana, el día a día y la continuidad de la vida, la alienación, el lugar común, lo cotidiano, la amistad. Al final del día quiero amar a mi mejor amigo, le digo a Venenito. Se ríe, tanto pero tanto que creo que las ardillas van a pasar hambre el próximo invierno. Mi mejor amigo, repite. Se quiebra en la risa, me traen el café, el circulo marrón y el humo hacen lo suyo. El olor fuerte. El olor esa clave, quizás es eso, el olor o el rastro de las noches robadas a la vida normal. También al dolor, porque lloré y mucho mientras dormías.

Fui a ver a la banda más triste del mundo el otro día.  Pagué por ver a la banda más triste del mundo, mientras miraba con tristeza una vaso de coca cola sin gas y una rodaja de limón que estoy convencida sacaron de la basura o de las bolsas de oferta de EKI. Pensé en mi relación directa con eso, mi capital cultural y los zapatos de tres veces cien que me apretaban los dedos.. Pienso mucho en esas cosas, mientras veo a las chicas buscar con los ojos tan chiquitos pintados con rimmel de oferta de Todo Moda,  a sus estrellas de rock. Lez Girls. No son muy lindas pero es lo que hay. De mi en otra mesa se dira lo mismo. Es la justicia poética del mal decir. Pienso en eso, reviso el celular, vibra. Me gustaría leer algo así como, queres venir a hablar de pared a pared de porque no vamos a ir a ver XXXXXX juntos. Pero no, es el deber. El deber del hogar me llama. Pago, con una propina exagerada, marcando el territorio. El mensaje subliminal dice, compra una fruta mejor, una fruta más atractiva algo que le de sentido a estar viendo a la banda más triste del mundo con el mejor vestido del perchero. Me voy. Me pongo los auriculares que me traje de no sé dónde pero seguro son made in china. Me pongo los auriculaes, bajo, me cierro la campera nueva, hey hey  Hey, glad girls only want to get you high And they're alright There will be no coronation There will be no flowers flowing
In the light that passes though me....

domingo, 15 de agosto de 2010

14:

Porno para vos, para vos que estas solo

Ayer a la noche fuimos a ver porno al templo de la cultura. Ante nuestros ojos desfiló el porno  ochenta con el que seguro mis antepasados calmaron esa enfermedad mortal, la calentura, en templos de la paja, el cine porno.  Años acá, yo, saciada de cultura, completamente reventada por la cantidad de capital cultura que supe acumular y comprar en los últimos 20 años, no me bajo el cierre, no me corro la bombacha, no me mojo, no seduzco, no hago nada. Me siento y pienso, que esa anatomía espantosa que me revientan en la cara es mi propio cuerpo. Finalmente encuentro un pedazo en mi que  se atreve a no responder a la belleza, finalmente no soy perfecta. Lo que más me duele es que todos esos hombres, todos esos ex novios lo supieron todo el tiempo y no me lo dijeron, no me lo dijeron.

 Todo el tiempo le dije a Muriendez, todo el tiempo le dije a Muriendez que quería llegar a casa y buscar nombre por nombre a los muertos por el sida de la industria porno. Muriendez me comentó que buena música, pero no dijo nada más. Me entro la ansiedad con todo, pequeñas manchas rojas me inundaron las manos, se me aceleró el corazón, conté mentalmente la cantidad de accidentes que tuve, a lo largo de toda mi vida, me entro el terror, mientras se la metían a Linda sin forro, me entro el terror de preguntarme, chiquita que hiciste en los años de la parálisis del terror. Nada me respondí, no hice nada. Elisa negativo, la exigencia del Western. Cada seis meses todos los años, negativo negativo negativo. Negativo es que no tengo, pregunté una vez. Negativo es que no tenes. Negativo es que no tengo sexo o que uso forro. Pienso en wikipedia. Pienso en inglés. Pienso en AIDS. Pienso en las campañas, pienso no paro de pensar mientras doblo el cuello, achino los ojos, doblo mi cuerpo, pero aún así no logro entender, no logro mirar del todo, ese mecanismo de juguete, de fantasía, ese artilugio que convierte en magia el fluido de Linda, en magia y en coca cola con hielo, en magia, en vino, en destilería pura de fluidos,  en contagio, en sida, en coger sin forro por amor, en entregarlo todo, en sentir que la verdadera marginalidad es coger sin forro. El resto es sanidad. 

No quiero ser sana, le digo a Muriendez mientras caminamos por libertador. Qué haces, me dice. Tironeo de mi abrigo, no logro sacarmelo. No quiero ser sana, me quiero enfermar. Me quedo en musculosa y el viento de Libertador se clava como pequeños arsenales de la futura enfermedad. Fiebre, días de cama, revistas, solidaridad, médicos. No quiero ser sana, le digo. Parece el discurso de un loco, me dice Muriendez. Te voy a contar los caractéres Muriendez, le digo, te voy a contar los caractéres Muriendez y si le pegas muy seguido a los 140 te voy a pegar un tiro, porque esa es la enfermedad verdadera. Qué, me dice. No me contagies, le digo. Tengo mucho frío no puedo pensar. No me contagies, no me toques.  Frente al frío, la apariencia, la anatomía y sus misterios, los pequeños milagros, me dan un pecho duro, firme, grande, prepotente que no tengo. Estoy erguida sobre mi misma. Entro loop, quiero abrir los brazos y ser la crónica de una historia que no se va a escrbir o quizás la repetición de una canción que añoro, que quiero recordar, que quiero cantar, una vez más, pero no encuentro las palabras, para decir, para destrabar, que es lo que me esta pasando, si estoy enferma desde siempre, si la normalidad soy yo o si la normalidad finalmente son los otros y todo tiempo pasado fue mejor, frente a los días y las noches, las horas que estan por venir, la pornografía como discurso de a cultura que últimamente se transformo en la traducción más baja, brutal y estúpida de la maldad. Agua en el piso. Extraño los momentos en dónde pisaba charcos de líquido no identificado. Agua mojada, extraño los momentos en donde en los huecos de los lugares se acumulaba un pequeño río de fluído colectivo, sin medio al contagio, sin pornografía física, la unión destilando humedad, del cuerpo trasnpirado, de apretar contra la pared, de la botella rota de cerveza. Sin reactivos, sin western, sin pinchazo, sin paranoía, muy enfermos, cartón, vino, lexo, la vida, instrucciones de uso, palo y a la bolsa y después de acabar, después de acabar pensamos.

Wishing you were anywhere but here, you watch the life you're living disappear. And now I see...we're still kids in buses longing to be free...

jueves, 5 de agosto de 2010

13:

Fuck you

El otro día estaba pensando en que fue de mi ex compañera de secundario que llamaremos Laura aunque su nombre en realidad es Xxxxxx. En una época salía con un chico que la embarazó y se fue. En realidad se quedó un poco pero no el día del aborto. El día del aborto yo no fuí, se que fue en un departamento en dónde le dieron dos pastillas y la dejaron en una habitacón esperando la hemorragia. En algún momento empezó a sangrar, manchó dos o tres sábanas, se limpió en el baño de una casa de familia y se fué. La llamé más tarde esa noche, me dijo no te puedo atender, se me inundó la casa y estoy sacando agua. Podés hacer eso, le pregunté. Sí me dijo esto es como estar indispuesta nada más. Cortamos. La hermana se había realiazado un aborto también. No es para tanto decía. Siempre tuve terror con eso del aborto, en general tengo terror médico y por momentos asco de que me toquen lo cual hace mi relación con el sexo muy compleja. Cuando tengo ganas de tocar a alguien, sexual o asexualmente, son pequeñas variantes de la misma manera de hacer todo. ¿No sé entendió eso último que dije, no? Es la idea porque no sé explicarlo y es complicado el giro estilístico en la literatura cuando no se sabe explicar algo, porque entonces ¿para qué escribir?

Me fui de tema. El caso es que con el correr de los meses Laura o si prefiere Xxxxxxxxxxx empezó a cambiar. Expulsas una cosa que creo es el feto, me dijo un día en el pasillo de su casa mientras su hermana se sometía a una depilación lenta y tortusa con una pequeña pinza. Lo que ví entre la sangre era mi hijo, me dijo. No supe que decir, recuerdo que me reí o algo parecio a la risa de los estúpidos o los locos. Me reí como festejando el momento, que genial hacemos chistes de todo Mira vos, me adelante a la tecnología del pío pío y me rio de todo, me adelante a los 140 caractéres y me rio de todo, hago chistes con todo, todo me importa un carajo, a mi todo me importa una mierda, puedo decir pija, te metieron la pija, te acabaron adentro, te volviste a calentar, te lo volvieron a hacer y te volvieron a acabar adentro y no había segurité, no había un carajo, teníamos 18 años, yo había perdido la virginidad en la habitación de una pensión, pero con amor que diferencial que mentira que asco, pero ya no eramo vírgenes y una había abortado y nos reíamos de todo, en el umbral de los 19, por la zona de caballito, caminando las mismas calles de siempre, llegando a Acoyte y Rivadavia, buscando libros en el parque, mirando chicos como Muriendez, usando remeras de Ataque 77 y ya eramos grandes para eso, a veces ibamos al cine, muy pocas veces sin embargo hablabamos de sexo, no hicimos mucho esos días después del aborto, a mi me habían cortado el teléfono, tenía un beeper como los cirujanos, como los médicos, como el tipo que te ayudo a abortar, me adelanto nuevamente a la tecnología, gano seguidores, digo concha, que la pastilla te la metieron por la concha, otra por la boca, pero no era una porno, no, o era una porno, si, porque las pornos, me adelanto a la tecnología y digo porno porno porno porno, también son una pesadilla. O una película de terror.

Fuimos al salón Pueyrredón en algún momento del año. Antes de que Muriendez fuera esto que es ahora, una larga temporada de silencios, de meses. La vimos. Estaba tomando cerveza del pico, había engordado mucho, siempre tan bajita. Me vió, se puso lívida, siempre hace de cuenta que no me conoce. Muriendez que todo lo nota y que todo lo sabe, se hizo sensible a la situación enseguida.  Qué pasa, me preguntó. Nada, le dije.  Se fue a la barra a pedir cerveza o gin tonic, no sé, no me importa. Me adelanté con convicción. Vi la cara de X pura maldad. Me puse el valor donde me lo tenía que poner. Yo no te embarecé pelotuda ¿estamos?. Me fuí, no me quede a ver lo que pasó después, pero me dijeron que grito mucho y la agarron entre varios porquer me quería matar.

lunes, 22 de marzo de 2010

12:



Cater to my walls and see if they fall
dont leave me



Te acordas de toda la ternura que teníamos metida en el cuerpo.  Todo eso paso hace mucho tiempo ya, mucho tiempo. Hay pedazos, partes, que no recuerdo.  Eramos todos lindos, de eso estoy segura. Convencida. Era la justa porción de belleza para cada uno de nosotros y después sin más , como chicos de clase alta que no pueden tener nada lindo, lo destrozamos. Todo. No quedo nada. A veces salgo a caminar y me paro en Corrientes y Pasteur y pienso que no puedo caminar más. No puedo llegar a Callao. No puedo llegar a Zival´s. Y que no esten. Que no esten y lo peor de todo, que yo no sepa donde están. Pero lo más cruel. Me fui y en el medio no tuve necesidad de cambiarme el nombre. Tan solo el número de teléfono. Pero a veces en casa, mientras me toco la cara para seguir reconociendome. Mientras pienso que quedo de esos días de calor, del sol en Puerto Madero, del vampirismo contemporáneo, que quedo de esa gente y a donde fue a parar cada manoseo desubicado. Pienso. Un segundo. Mientras me doy vuelta para comprobar lo de siempre: no entro nadie a casa. Ganas increíbles de que alguien me deje los labios hinchados de tantos besos, la cara colorada, el pelo revuelto. El manoseo. Lo tuve, lo perdí, lo volví a encontrar. Y ahora el roce de la mano de Muriendez parece la pastilla de droga más temible de la década. Pero no me la trague. La escupí. Como si fuera cianuro. Y no era, no. 

Me volví caminando de Beaucheff como pude. Supongo que el dolor entre las piernas es algo natural después de tanto tiempo. Me quedaron dos marcas en la entrepiera de la forma más vampírica que alguien pueda imaginarse. Las venitas. Las venas. Como si tuviera 19 años. Los sacos largos, mis aliados. Los pinchazos. La cocaína la mejor dieta. Flaquita flaquita en la puerta del IMPA para la inaguración de la muestra de fotos. Flaquita flaquita, muy loca. La cocaína la mejor pastilla para adelgazar, la dieta. La excelencia. Flaquita, chic y ojerosa. La droguita. Nuestros años felices. No me acuerdo como se llamaba toda esa gente, pero recuerdo sus caras. Ahora me pega el sol del último estertor del verano y a contraluz creo que son ellos, que los veo venir. Cogiste en ese auto. No sé, me acuerdo que me contesto. Cogiste en esa duna. Si, me acuerdo que me contesto. Una vez estuve 1 hora esperando el 25 sobre avenida Rivadavia, sentada en el cordón de la vereda con una chica que le rendía culto a dos cosas: al paganismo y a la electrónica. Pobre. Tan bruta para algunas cosas. Andate, le decía. Me quedo hasta que venga el colectivo, me decía. Andate, le pedía. Me acostaba en el asfalto. Nadie camina por Rivadavia el domingo a la mañana. Andate, le decía. Quiero estar sola. Quiero cerrar los ojos y pensar en el chico que me dejo así hinchada la cara. Y ahora quiero pensar lo mismo pero no se puede. No me sale. No me acuerdo. Son pedazos, es como un contraluz todo el tiempo en la memoria. La página arrancada de los besos más contemporáneos que me dieron jamás. 

Ahora no espero un colectivo. Paro un taxi con los lentes a lo Graciela Borges. Tengo el cuerpo vestido de palabras en inglés. Este trench coat. Atado con esta hebilla que Venenito definio como asesina, la hebilla asesina. No sé que hora es. No es tan tarde. No perdí el conocimiento. Siempre supe lo que hacía. Ahora se lo que acabo de hacer. Se porque lo hice. Mentira que no quería hacerlo. Mentira el drama. Mentira todo. Pero ahora no sé. Es el sol de las 6 de la mañana o es el sol de las 6 de la tarde. Qué año es. ¿Estoy soñando?

No me quiero acordar del Parque Rivadavia pero por alguna extraña razón le pedí al taxi que se detuviera del lado de Rosario. Vamos a estar mucho tiempo, me pregunta. Tengo plata, le digo. Con plata se arregla todo. Con plata se arregla todo. Con plata se arregla todo. Si aguanto un poco más voy a saber porque no me quiero acordar del Parque Rivadavia. Qué hora es, me atrevo a preguntar. Ay esa respuesta. 

Me bajo dos cuadras antes de casa. Da lo mismo. No me animo a preguntar que día es. No tengo teléfono celular. No me animo a pensar que voy a encontrar en mi casa. No me animo a nada. Camino como puedo. Ya no uso zapatillas, ahora uso zapatos altos. De esos que las otras dicen que duelen. A mi no. A mi no me duelen. Me gusta sentirme a mi misma ahí arriba. Me gusta sentir que puedo caminar como si tuviera largas, grandes, hermosas piernas. Me gusta el ruido. Me gusta la marcha con los tacos altos, me gusta pararme sobre estos tallos tan difíciles. Me gusta el olor a cuero, me gusta la cama y el olor a cuero. No sé que hora es. Creo que preferí olvidar. Me duelen un poco las piernas y dos cuadras es mucho. Es mucho. Es demasiado hoy. Tengo calor. Estoy sudando en frío.  Estoy ahí nomás de casa. Del patio de todo. De desconectar el teléfono. Del miedo. Estoy sudando en frío. Ahora voy a doblar esa esquina y voy a intentar, me voy a proponer que las llaves entren a donde tienen que entrar. Ya estoy llorando. Ya estoy con las llaves en la mano. Ya estoy llorando y ya me estoy preguntando por qué. En que momento lo perdí. Ya estoy llorando y no encuentro la manera de hacer entrar la llave. Ya estoy llorando. No me acuerdo bien que paso. Ya estoy llorando y tengo la cara hinchada. Y esta vez no es por los besos que tantas veces me supieron dar.



miércoles, 17 de marzo de 2010

11:



                                                                                                                           
I remember when you were down
You would always come running to me
I never denied you and I would guide you 
Through all of your difficulties
Now I’m calling all citizens from all over the world
This is captain america calling
I bailed you out when you were down on your knees
                                                                                                                         Catch me now im falling

 En que lógica te moves vos. Ahora en este mismos instante en ninguna. Sentada en el living de la calle Beaucheff no consumo nada pero miro pasar de todo. No querés, me dice. No, no quiero. La cabeza para atrás. Tiene menos de 30 años entonces todavía puede. En teoría yo también, pero no gracias. Yo paso. No querés, me vuelve a decir, ni un poco. No, ni un poco, no quiero ni un poco. Mentira, me la quiero tomar toda. Siempre fue así, cada día de mi vida que es una mierda es así, cada vez que todo es un asco es así, cada vez que quiero dejar de sentir es así. Pero es mentira. Lo sentís todo después y una vez no alcanza. Ni dos veces, ni tres, tampoco cuatro. Primero es un raviolcito, después es una piedrita, despues es una bolsita y después queres protagonizar Scarface pero no te da la clase social. Tampoco mataste a nadie. Nada. Ni siquiera reventaste 1000 pesos en las apuestas ilegales de gallos. Nada. Queres un poquito. Te sangra, le digo, limpiate. Limpiáme vos, me dice. Se ríe, la cabeza hacía atrás. Se ríe. Ah...tanto tiempo, me dice. Qué pasaron tres, cuatro años. No sé, creo que un poco más. Se ríe mientras una línea de sangre le baja hasta el labio superior. Saca la lengua, se traga su propia gota. Siempre supe, siempre supe que ibas a volver. Se ríe,  me mira. Estás como más, piensa, estas como más. Se ríe. Estás como más entera, más limpia también. Si, le digo, más limpia también. En serio no queres ni un poquito. Del fondo de la casa se escucha el quejido de los resortes. Él se ríe y me pregunta. En que lógica te moves vos. En ninguna, le contesto. Ay Droguita.

Lo malo de dejar las drogas es que ellas nunca te dejan a vos. Ay Droguita.

Esta de moda sentir todo el tiempo que te vas a morir. Si, le digo, yo lo siento todo el tiempo. La enfermedad, esta de moda estar enfermo todo el tiempo, sentir que te vas a morir. Si, le digo, yo lo siento todo el tiempo. Sentir que te vas a morir, que te estas muriendo, que hay algo grave con vos. Si, le digo, yo lo siento todo el tiempo. Pero no se muere nadie, me dice. Se muere mucha gente, le digo. Pero los que amenazan con que se van a morir no se mueren, me dice. No, esos no se mueren. Ay, grita en el fondo la chica. Creí que eran dos, pero creo que son tres, quizás cuatro o hasta cinco pero no más que eso, es muy temprano.  A que viniste, me dice. No sé, le digo. Aspirta y me dice. Viniste por qué pensaste que te ibas a morir. Me mira. Todos nos vamos a morir, me dice. Me agarra fuerte del muslo. Vos también te vas a morir, me dice.

Es mentira, es mentira que no. Si. Si sabes cuando te vas a morir.



viernes, 12 de marzo de 2010

10:




There is freedom within, there is freedom without

Try to catch the deluge in a paper cup

There's a battle ahead, many battles are lost
But you'll never see the end of the road
While you're travelling with me




Viste la gente que te dice. No, no veo esa gente que "me dice". Ay que perra. Venenito no me va a perdonar jamás no haber asistido al funeral de Gigi. Hace tres horas que estamos hablando y lo único que me preguntó es si Muriendez tiene o no tiene sexo al final, hace o no hace el sexo. Etc. El resto de la experiencia parece no importarle. En los últimos minutos solo escuche cuales fueron los last minutes of Gigi. En los ojitos se le notaba el dolor, me dice. Y en mis ojos qué. ¿En mis ojos acaso no hay nada?

Llegamos con nuestras mochilas. Muriendez insistió con acompañarme hasta mi casa. En el taxi no hablamos, solo intercambiamos monosílabos discretos. Parecía tan tranquilo, me exasperaba tanto. Lo hace hasta el día de hoy y sé, porque leo el futuro de ambos, que lo hará en los días que están por venir. Trágicamente yo voy a permitirlo. Yo.

Gigi se fue y yo me quería ir con ella. Bueno Aires cada vez está más horrible, pienso. De hecho me pregunto si alguna vez fue realmente bella o si simplemente fue la alucinación de una época dorada. La pátina que reviste todo aquello bendecido con el dinero y la noche. Y creo que sí que tan solo fue eso. Hace tantos años que no me drogo y hace tantos años que pienso en las consecuencias de drogarme. Detesto las drogas ahora. En realidad detesto a sus usuarios. Los marihuneros armando porro con olor a amoníaco es gente deleznable. Me deprimen. Como Venenito hablando de Gigi ese perro travestido de mierda. Que bien hizo en morirse, en matarse porque claramente ese perro se suicido. Gigi se fue para siempre, te das cuenta. Venenito esta tomando tragos con pequeñas sombrillitas. Usa lentes. Habla de su único amor muerto. Yo con café negro y lentes oscuros, oculto la rabia de no poder llorar en público.

Ya te vas, le pregunto. Me quiero duchar y acostarme, el viaje fue muy largo. Muriendez sentado en el patio de casa acaricia a la gata. Quería saludar a la gatita me dice. No voy a detallar como arruine algo tan bello porque me queda, no mucha, pero me queda algo de dignidad.


A la noche lo mismo de siempre desde  hace  más de diez años. Qué haces Droguita. 



domingo, 7 de marzo de 2010

9:

Love grows cold
Blood, tears and gold
Won't make it any better



Si se muere yo no sé, te juro que no sé, yo no sé, que puedo llegar a hacer. Venenito me llama por teléfono para hablarme de su gato agonizante. En el 2002 estuve en el hospital después de una golpiza, que me busqué, pero no me llamo ni una vez. El celular ya esta caliente. Tiene un ojo lleno de sangre. Tiene la sangre en el ojo, le digo. No me hagas chistes hija de puta. Para, enciende un cigarrillo, se que esta acariciando a su gato en este momento. Si se muere, no sé, te juro que no sé, yo no sé que hago. Le creo.

Qué hacemos en el monte, me pregunta Muriendez. Existir, le contesto. Muriendez enmarcado en la naturaleza parece mucho más real. Sentado sobre una roca, con los pantalones de siempre y fumando, Muriendez parece pensar en cosas mucho más profundas que las que piensa en la capital federal. Te mueve este lugar Muriendez. El fuma tranquilo mientras vemos como la tormeta se acerca a nosotros. El cielo encapotado parece dar el marco ideal para el fin del verano. No sé, me dice. Yo tampoco, le digo. Me gustaría abrazarte cuando empiece a llover, me dice. Abrazame ahora Muriendez. Contra el fondo del mar, las olas se levantan. Los surfers corren alrededor nuestro.  Enloquecidos se meten al mar. Las olas están a punto de levantar metro y medio pero aún así no alcanza para que hagan un tubo. Como mucho van a barrenar el filo de la ola más alta y caer. Y volver a esperar a que se levante la otra. No es una maravilla la naturaleza, no es el playground de los valientes, de los arrojados, de los imbéciles. El cielo se extiende en negrura y desde el alto del monte, vemos bajar las dunas, la arena, el mar, las olas, los surfers y del otro lado un mundo que no vamos a conocer. Queda café. Muriendez abre el bolso de mimbre y saca un termo. Trajo el termo de cuando era chico. Me sirve un poco de café negro, con algo de espuma. Queres leche, me dice. Niego con la cabeza. Un surfer al filo del acantilado braces por volver. Los otros famélicos de adrenalina se matan por surfear la ola. Te acordas de la película de los ladrones surfers, me dice Muriendez. Si le digo, es una de mis favoritas. Una de las mias también, me contesta. Prende un cigarrillo, desenrocas el termo y me vuelve a nutrir de café. Tengo galletitas, me dice. Los surfers puntos negros en la bravura, la espuma de las olas estallando desde el océano y el frío que comienza a subir. Entre las rocas, el pasto y la arena somos testigos privilegiados de la contienda hombre versus natura. Te gusta acá Muriendez. Ese silencio me esta matando. Nunca vi un mar tan lindo, me dice. Nunca espere tanto que llueva, anhelo.

bad boys