sábado, 11 de junio de 2011

31:

You can´t always get what you want

Los fanáticos de los Beatles siempre me parecieron infinitamente más condenables que los fanáticos de cualquier cosa. De cualquier cosa. Gente de mierda, mala  gente, gente cegada por un grupo de discos que pueden haber sido, pueden lo admito haber sido, piedra capital de su historia musical. Pueden. Pero bajo ningún concepto son el todo de la música. Siempre me dieron asco los fans de los Beatles y sus cientos de miles de tics nerviosos que rodean su fanatismo acerrimo. Siempre me parecieron un grupo tan desperciable y asqueroso, que todo este tiempo, todos estos años solo pude pensar que no se merecen canciones como "I wan´t you (she is so heavy)". Los fanáticos de los Beatles se merecen estar escuchando en repeat por todo lo que les queda de vida "Yellow Submarine". Y morirse con eso. Mientras yo me muero escuchando "Let It Bleed".

El otro día estuvimos buscando gente con Venenito en la guía. No sé para que sacan una guía, le dije, la gente ya no te llama para hablar de pavadas. Venenito con un marcador rojo en la mano no me contestó. Sábado a la noche, él tenía un tomo y yo tenía otro. Venenito más marginal que yo revisaba gran buenos aires. Yo buscaba apellidos alemanas en la zona de barrio norte. En un momento Venenito pegó un grito, arrancó la página y me la dió. Mira la muy puta yo sabía que iba a terminar en el tercer cordón. Impreso sobre ese papel que te mancha los dedos, estaba el nombre de mi mejor amiga de la adolescencia. No me acordaba de su apellido, pero cuando lo leí lo supe. Llamala, me dijo Venenito, dale llamala. No, le dije, para qué. La última vez que tuve noticias de ella, me había dejado plantada en Nazca y Rivadavia en el año 1997. Cogía en las escaleras y nunca uso preservativo o eso me dijo siempre. Al semen le decia guasca. Con g me alcaraba nada de w. Me alentó a la promiscuidad temprana que terminí desarrollando en mi un fuerte convencimiento de que en cualquier momento terminabamos las dos en fundación Huésped. Creo que abortó una o dos veces pero no estoy segura. Empezamos a fumar juntas a los 14 años creo. Nos metiamos los luck strike de 10 en el jean gloria vanderbilt. Ibamos juntas a todos lados. Los viernes camibamo infinitas veces el centro porteño, no recuerdo cuantas veces recorrí Lavalle ida y vuelta. Fuimos a pocos recitales juntas y no me acuerdo cuando dejamos de hablarnos. Teníamos un diario que supimos llevar juntas. Escuchabamos mucho la rock n´ pop y nos tapabamos la cara cuando la gente cogía por teléfono en un programa que Carla Ritrovato tenía a la medianoche. Ninguna tenía padre de alguna manera, ya sea por desempleado, por desaparecido o por divorciado. No recuerdo si ella tenía algún medio hermano, pero en nuestras casas eramos hijas únicas. Ella era rubia, muy blanca, terriblemente alta y sin miedo. Yo era otra cosa. Más o menos esto que soy. Con el mismo miedo a morirme. Marqué el número ante el deseo que le arrebataba los ojos a Venenito. Espere que sonaran cuatro rings y finalmente me sorprendió la voz de ella que inmediatamente se volvió familiar. En un segundo no habían pasado los años. Algo parecido a la melancolía pero con el horror rancio de la angustia se hizo realidad. De fondo se escuchaba la televisión y voces de niños. Quién es, grito un hombre. Yo no pude hablar. Ella dijo, hola, hola, quién es. Me imagine la casa del tercer cordón al sur, sus caderas más anchas, las arrugas más presentes y los hijos, el marido y el fin total de la juventud se me vino encima con el peso de toda la verdad. Hola, le dije. Si, me dijo ella, quién habla. Nunca me reconoció. Me volvió a dejar en el mismo lugar, Nazca y Rivadavia. Perdón me equivoqué de número, le dije. Corte. No había mucho para decir.


Hoy mientras ordenaba encontré un papel de cocaína en un frasco de vidrio entre unos dolares y otros pesos uruguayos, monedas en el fondo. Lo tiré con asco, pero a los segundos volví corriendo, pensando, que locura si se lo toma el gato. Por estas cosas no necesito cocaína. Fuí al balo y lo tiré. Me sentí como en esas películas baratas en dónde alguién hace lo correcto y tira la cocaína. Yo no la tire porque era lo correcto. Yo la tiré porque no era mia.



sábado, 30 de abril de 2011

30:

Para Rosenzvaig

and all our problems
they're here
are those nights
those nights they XXX to try
they crackle under our window
and they're here


Un tipo mal parado con su auto en la 9 de Julio me preguntó, cual es el problema mamucha. Que quedaste estacionado como un pelotudo. Fin de la cuestión. No había mucho más que decir. Llueve, humedad, frizz, etc. Estuve en la disquería de la calle Talcahuano, un vinilo de Miguel Abuelo sale 350 pesos argentinos. En la vereda haciéndole frente al frío y a las gotas de esa lluvia que no se anima a ser tormenta, descansaban en cajones vinilos de no más de diez pesos. No reconocía demasiado entre todas esas joyas que seguro conocieron tiempos mejores, wincos de enamorados. Entre a mirar, Violator estaba a 100 pesos, importado. No estaba mal. Un chico de anteojos estaba obsesionado con la batea Bowie. Los fanáticos de los Beatles se acomodaban en solitario. Me fuí sin nada, pero todo el tiempo pensé en robar.

Ayer salimos para nada, lo mismo de siempre. Venenito me preguntó otra vez por El Pasado. Me dijo, che es verdad que tu ex ya no tiene dientes. Se rió como la hiena con ganas de tener libreta de casamiento que es. No sé le dije. Pero sin merca no se te caen los dientes, cual es la excusa. No sé le dije, no quiero colaborar. Pero no es notable, me dijo, no es sintomático, acaso no debería significar algo. No sé le dije, en esa no entro. Se quedo callado y me miro un largo rato. Abrí la boca me dijo. Que cavidad tan chica me comento. La semana que viene me ponen los brackets. Mentira, me dijo, mentirosa loca. No, le dije, es de verdad. Siguió mirándome un largo rato. Vas a ponerte brackest con diamantes como arreglo, me preguntó. Puede ser le dije. En el fondo de la taza el café marcaba superficies borrosas. El futuro se anuncia brillante.

Gaste un montón de plata en este vestido y es fin de mes. Pero no me quedan muchos años para el ABC1 de la moda, me queda menos de una década. Un amiga me comentó, no te tendrías que ir cortando un poco el pelo ya. Ah el diablo tiene tantas formas.

Lo estoy esperando a Muriendez para ir al cine. Parece que hoy vamos a ser normales. 


lunes, 28 de marzo de 2011

29:

Una hora de atraso, me avisan por si acaso, el perla sin trabajo, ven si quieres venir
 Las cosas como son.  Desgarradoras. Ayer a la tarde se me partía el estómago en dos, después de una noche más menos que más. Fuimos con Muríendez por ahí y los dos teníamos un ataque de nostaliga mortal, asesina. Todo estaba mal y fuera de lugar, todo sobraba. Unos pelotudos apagaron media hora la luz queriendo salvar el planeta. De nada. Escuchabamos discos rayados de la velvet mientras pensamos como vamos a dar el primer beso. Mirás para atrás y no podes creer que el amor fuera algo tan en serio. El sexo. Algo tan complejo, tan desgarrador. El olor de alguien. Dormir con vos no es es lo mismo que dormir sin vos. La vida, los tapes. La noche, las chicas. No tomamos nunca más tan blanca.
Viste esa banda nueva que esta sonando, me pregunto Muriendez. No, le dije. No estaba mirando nada porque estaba en otra, en otra de la mente. Haciendo covers de My Bloody Valentine, más o menos bien, más o menos mal.  Te da lo mismo, me pregunto. Si, le dije. Todo te da lo mismo, me dijo. Más o menos. Yo también, me preguntó. Le dí la mano y le dije que no con la cabeza. Me pregunto esa noche si eramos novios y no supe que decir, en una mezcla de verguenza, propia y ajena. 
 Muriendez me preguntó si alguna vez había ido a Chile y si quería ir ahí para resolver el tema de nuestro noviazgo si o noviazgo no. Nunca fuí, le dije, pero lo imagine siempre. Sobretodo en las froneteras llegando a Bolivia sin mar y en los glarciares bajando por la Argentina más helada. Pero de todas maneras le dije que no, que el amor se define en la patria de cada uno. Él se rio y me dijo, mi patria sos vos. Yo no lo reconocí en ese momento y hasta le perdí el respeto. Se dió cuenta y volvió a ubicarse. En Chile la gente guarda muchos secretos, me dijo. Me quede pensando. Yo también, le dije. Y pensé en que pasaría si abrieramos una caja de Pandora adentro de una caja de Pandora.

lunes, 21 de marzo de 2011

28:

El otro día volvía a casa escuchando muy fuerte rock nacional solo para reafirmarme a mi misma que no puedo hacer nada contra lo que soy, cuando de repente una persona me dijo, a dónde vas y yo le dije a mi casa y me dijo por acá no, por otro lado y le dije yo voy por donde quiero, mi casa esta para allá y seguí caminando. No me di cuenta, hasta que me tuve que dar cuenta, que primero dos, después tres y más tarde cuantro patrulleros me rodeban. Pensé, esperanzada, por fin hice algo útil por esta sociedad, aunque no supiera bien qué, por fin voy presa. Wrong. Big Fail. Un policía me invito a retirarme, no es la primera vez le dije. Retrocedí, levanté la vista, los balcones llenos de gente y en la esquina del pasaje Totoral un enjambre de personas con perritos enanos y no tanto mirando la realidad como nos gusta mirarla a todos: descarnada, violenta y con altas dosis de humillación al prójimo. En la puerta de un hotel, como me gustan los hoteles, le pregunté a una chica de shorcito y ojots, que pasó. La chica me miro, ahí me di cuenta que era una bonita dominicana, agarraron a uno me dijo. Con las bolsas del supermercado en la mano y el helado coreano carisimo que compro para mandar el INDEC al carajo, le dije, ok gracias. Nada. Agarrar a uno agarran a uno todos los días. Aunque a mi no me han agarrado nunca. Pensé en Muriendez, si estaba bien. Mi corazón dijo que si, palpito un poco, tampoco tanto, se detuvo un poco, tampoco tanto y finalmente me dijo que si, que Muriendez estaba bien.  Los vecinos, la prole y los perritos seguían mirando. Yo sin saber que hacer pero queriendo hacer de todo, le pregunte a la señora del perrito deforme que estaba pasando. Agarraron al que mato al pibe de la bailanta, me dijo, también a sus amigos. Ah, le dije. Enseguida me saco la ficha y me dijo, no sabes que pasó, no. No, le dije, la verdad es que no tengo idea de lo que pasó. Mataron a un chico con un bate de besiball en la puerta de una bailanta, me dijo. Y por qué, le dije. Eso no lo se, me respondió. Yo creo que estan re locos estos pibes, creo que estan re locos. La señora del perrito me miro y me dijo, puede ser. 

Volví a casa pensando en todo lo que esta bien, pero también pensando claramente en todo lo que esta mal. Me paso la vida pensando. Agarré el teléfono y corté antes de que sonara el primer ring y volví a la computadora para saber si estabas conectado y la luz veder de tu estado de mierda, un poco la puta que te parío, me resulto un insulto hacia mi persona. Pero nada, no puedo hablar. No puedo pensar tampoco. Me queda toda la noche por delante y las luces verdes de mis contactos se van a ir apagando de a poco, como las luces de las casas cuando la gente se va a dormir, las luces de los autos cuando se detienen, las luces de navidad cuando se termina la navidad y las ganas que no están aunque yo te grite: hablame.

Salimos a la noche con Muriendez, más tarde. Le conte lo del bate y lo de la muerte. El me conto que ya viene el invierno y antes el otoño. Eso te gusta mucho a vos, me dijo. Le contesté que si, que a mi todo lo que tiene que ver con la lana y calentarle las extremidades a los chicos me gusta. El me preguntó si yo quería tener las manos siempre calientes. Le dije, eso depende. Me pregunto de qué. Yo le dije de si sus manos eran las suyas y las fricción era con las mias.

Once I thought I knew /Everything I needed to know about you / Your sweet whisper, Your tender touch / But I didn't really know that much /Joke's on me, It's gonna be okay /
If I can just get through this lonesome day

domingo, 13 de febrero de 2011

27:

Era tan fácil hacer las cosas bien y sin embargo hicimos todo mal. Todas las cosas que hicimos las hicimos mal y eso hoy no importa. Hace poco estabamos mirando series viejas en pantalla chica cuando nos dimos cuenta que habíamos crecido y vos me dijiste que yo ya no tenía ni tiempo ni edad para seguir sufriendo como si no supiera lo que iba a pasar. Me acuerdo que juntos fuimos al cine a ver tres películas en continuado por Lavalle antes de que la feria de La Salada levantara con la furia de un mar sin sal las butacas para colocar camisetas de futbol, carteras de cuero, juguetes coreanos y puestos de comida en las salas de nuestros cine. Ibamos a un bar que quedaba en un subsuelo y pedíamos torres de sandwiches que nunca terminabamos. Yo todavía no tomaba café. Nadie tomaba café y los oficinistas usaban celulares grandes como los de Patrick Bateman. Ahora todo es chico. Todo entra en un tera.

Le comenté a Muriendez que mi mejor y más grande triunfo fue, es y será que ya no busco enfermedades en Google. Y síntomas, me preguntó. No, eso tampoco. Y cuadro comparativos entre resfrío y gripe, no buscas. No, eso tampoco. Se queda pensando. La página de Bayer tiene un cuadro comparativo para saber si es gripe o si es resfrío, me dice. Tiene dibujitos, le contesto. Si, dice Muriendez mientras tipea Bayer en Google. Me duele la espalda, le digo. Pone dolor de espalda en Google. Me duelena las articulaciones, le digo. Pone dolor de espalda + dolor de articulaciones en Google. Me duele mucho ahora que lo pienso, realmente me duele mucho. Miorelajante me dice o calor. Calor humano, le pregunto. No, no le pregunto, le afirmo.


Lo mejor que hicimos fue nuestro amor

lunes, 24 de enero de 2011

26:

El sexo no es ni será nunca el fin en si mismo, es el principio de las cosas. Así me va. Siempre pensé que con el paso de los años era menos duro. O al menos que no era tan significativo, pero siempre lo fue y siempre lo será. No esta en mis planes cambiar. Porque el sexo nunca es el fin en si mismo, es el principio del relato. Es el primer destello de luz de la confianza. Es poder visualizar las imperfecciones. Es ver las partes más horribles de tu cuerpo y pensar no me importa, porque ve más allá de eso o yo estoy viendo más allá de eso, como si fuera posible que en el umbral del principio de las cosas se encontrara la única manera de permancer ciegos entre tanta calma.

El otro día estaba caminando con Venenito y me dijo, sacame el cuerpo de encima. Eh, lo que. Sacame el cuerpo de encima no puedo estar, no quiero ser. A la altura de Gorriti las cosas se pusieron más asperas cuando se empezó a fregar contra una pared de hormigón. No puedo estar, me decía,  no puedo estar. Me sente en el cordón de la vereda y unos chicos ebrios con un auto de esos que si chocan te morís me gritaron alguna de esas cosas que ya saben. Internamente no les conjure la muerte, tan solo la parálisis y seguí esperando. Siempre es más humillante si te tienen que ayudar a mear, me dijo Venenito. Gire y le sonreí. La muerte siempre es una clausura demasiado digna, le dije. Se despegó del hormigón. Querés cerveza, me dijo. No tomo algo con color de meo, le contesté. Que fina, me dijo.  Re fina, le contesté. Con las cosas que debes haber tragado, me dijo. Me reí. Si a esta altura no te podés reir del hambre que tuviste y en consecuencia de lo que te comiste: ma ta te.

Estuve sudando en un club de barrio mientras comía un plato que me salía barato. Pensando acerca de las personas que decretan el principio y el fin de las cosas. Sola. Porque antes que con nadie estoy conmigo misma. Unos chicos al lado comían tiras de asado y ensalada en grandes recipientes plateados. Cortaban la carne y afilaban contra el plato. Sentí el dolor en mis dientes. Hablaban de sexo. Salían de jugar al fútbol. Olían. No eran deseables, tampoco eran armónicos. Eran hombres normales obedeciendo a la norma. Pedí mas hielo y pedí la cuenta. En el pasaje del libro que estoy leyendo se repite todo el tiempo la palabra tetas. Salgo y el calor es terrible. Una vez familiar me dice, no sé puede ni coger así. 





bad boys