domingo, 15 de agosto de 2010

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Porno para vos, para vos que estas solo

Ayer a la noche fuimos a ver porno al templo de la cultura. Ante nuestros ojos desfiló el porno  ochenta con el que seguro mis antepasados calmaron esa enfermedad mortal, la calentura, en templos de la paja, el cine porno.  Años acá, yo, saciada de cultura, completamente reventada por la cantidad de capital cultura que supe acumular y comprar en los últimos 20 años, no me bajo el cierre, no me corro la bombacha, no me mojo, no seduzco, no hago nada. Me siento y pienso, que esa anatomía espantosa que me revientan en la cara es mi propio cuerpo. Finalmente encuentro un pedazo en mi que  se atreve a no responder a la belleza, finalmente no soy perfecta. Lo que más me duele es que todos esos hombres, todos esos ex novios lo supieron todo el tiempo y no me lo dijeron, no me lo dijeron.

 Todo el tiempo le dije a Muriendez, todo el tiempo le dije a Muriendez que quería llegar a casa y buscar nombre por nombre a los muertos por el sida de la industria porno. Muriendez me comentó que buena música, pero no dijo nada más. Me entro la ansiedad con todo, pequeñas manchas rojas me inundaron las manos, se me aceleró el corazón, conté mentalmente la cantidad de accidentes que tuve, a lo largo de toda mi vida, me entro el terror, mientras se la metían a Linda sin forro, me entro el terror de preguntarme, chiquita que hiciste en los años de la parálisis del terror. Nada me respondí, no hice nada. Elisa negativo, la exigencia del Western. Cada seis meses todos los años, negativo negativo negativo. Negativo es que no tengo, pregunté una vez. Negativo es que no tenes. Negativo es que no tengo sexo o que uso forro. Pienso en wikipedia. Pienso en inglés. Pienso en AIDS. Pienso en las campañas, pienso no paro de pensar mientras doblo el cuello, achino los ojos, doblo mi cuerpo, pero aún así no logro entender, no logro mirar del todo, ese mecanismo de juguete, de fantasía, ese artilugio que convierte en magia el fluido de Linda, en magia y en coca cola con hielo, en magia, en vino, en destilería pura de fluidos,  en contagio, en sida, en coger sin forro por amor, en entregarlo todo, en sentir que la verdadera marginalidad es coger sin forro. El resto es sanidad. 

No quiero ser sana, le digo a Muriendez mientras caminamos por libertador. Qué haces, me dice. Tironeo de mi abrigo, no logro sacarmelo. No quiero ser sana, me quiero enfermar. Me quedo en musculosa y el viento de Libertador se clava como pequeños arsenales de la futura enfermedad. Fiebre, días de cama, revistas, solidaridad, médicos. No quiero ser sana, le digo. Parece el discurso de un loco, me dice Muriendez. Te voy a contar los caractéres Muriendez, le digo, te voy a contar los caractéres Muriendez y si le pegas muy seguido a los 140 te voy a pegar un tiro, porque esa es la enfermedad verdadera. Qué, me dice. No me contagies, le digo. Tengo mucho frío no puedo pensar. No me contagies, no me toques.  Frente al frío, la apariencia, la anatomía y sus misterios, los pequeños milagros, me dan un pecho duro, firme, grande, prepotente que no tengo. Estoy erguida sobre mi misma. Entro loop, quiero abrir los brazos y ser la crónica de una historia que no se va a escrbir o quizás la repetición de una canción que añoro, que quiero recordar, que quiero cantar, una vez más, pero no encuentro las palabras, para decir, para destrabar, que es lo que me esta pasando, si estoy enferma desde siempre, si la normalidad soy yo o si la normalidad finalmente son los otros y todo tiempo pasado fue mejor, frente a los días y las noches, las horas que estan por venir, la pornografía como discurso de a cultura que últimamente se transformo en la traducción más baja, brutal y estúpida de la maldad. Agua en el piso. Extraño los momentos en dónde pisaba charcos de líquido no identificado. Agua mojada, extraño los momentos en donde en los huecos de los lugares se acumulaba un pequeño río de fluído colectivo, sin medio al contagio, sin pornografía física, la unión destilando humedad, del cuerpo trasnpirado, de apretar contra la pared, de la botella rota de cerveza. Sin reactivos, sin western, sin pinchazo, sin paranoía, muy enfermos, cartón, vino, lexo, la vida, instrucciones de uso, palo y a la bolsa y después de acabar, después de acabar pensamos.

Wishing you were anywhere but here, you watch the life you're living disappear. And now I see...we're still kids in buses longing to be free...

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