lunes, 25 de octubre de 2010

19:

I don´t belive the absolute anymore
I quiet prepare to admite i was wrong



Estabamos acá el otro día como si nada viendo como Muriendez terminaba de cagarse a trompadas en la puerta de CBGB porque yo le mentí que un tipo me había dicho puta. Me dijo puta. Entonces fue de una y le metió un botellazo en la cabeza, pero para nuestra sorpresa el tipo no reacciono, así que le tuvo que empezar a pegar. Cosas que pasan. Desde la vereda de enfrente unos chicos miraban horrorizados pero yo les grité que ya estamos en épocas de hacer la justicia con nuestras propias manos y que no se hable más. Los chicos me repudiaron desde la vereda de enfrente. Con el pico de la botella en la mano y amenazando con cruzar les dije, decímelo en la cara. Cagones burgueses, a ver si me putean por mensaje de texto, le grite. Venenito celebró con un baile caótico. Muriendez volvió con un poco de sangre en las manos. Lo hago para que con el ejercicio mantengas tu figura, le dije. Ok, me contesto. Vamos a comer algo, dije. Me siguieron mansamente. 

Parada, brazos cruzados y mirada aguda, frente a La Giralda dije, no entiendo porque esta cerrado este bar de mierda. Son las 4 de la mañana y hace frío pero no tanto, apenas. Muriendez fuma contra la pared, mientras Venenito arranca los papeles de prostitución. Lo haces por conciencia social, le pregunto. No, me dice. El de las paraguayitas es una obra de arte, me dice.  Vamos a Sailor, grita alegre e iluminado.  Empiezo a caminar rumbo a La Paz que lamentablemente no es mi mente, es un bar de mierda con pecera y recuerdos de muertos más talentosos que yo.

Abierto, algo es algo. Que es MSP, me pregunta Muriendez. Venenito se metió en el baño con mi agenda, tiene estrictas órdenes de escribir todos los teléfonos celulares de ms ex novios y acérrimas enemigas con leyendas del tipo "25x10 pasivo $30 zona Centro" o en el caso de las chicas "Soy una hija de puta y me gusta serlo". Manic Street Preachers, le digo. A mi me gusta el rock, me dice Muriendez. Pido café negro doble y rechazó la sacarina. Muriendez me pregunta porque no soy como todas las chicas que le ponen sacarina al café. Es de frígida eso Muriendez, le digo.  Él toma pasivamente un litro de cerveza negra. Escuchamos un ruido seco, que viene del baño. Luego una risa que se apaga como cuando alguien grita,  pero de miedo. 

Estuvimos mirando el pasto crecer un tiempo hasta que nos cansamos y nos fuimos a casa. Del baño no salió nada bueno. En los últmos días absolutamente todo parece tener una seria dedicación a morirse. 

Ya en casa, sola, me dí cuenta que el hecho de no fumar se llevó consigo la falta total de dramatismo visual en mañanas tan estúpidas como estas. Del otro lado de la puerta a lo mejor pasan todas esas cosas que imagino. Por ejemplo una vida más luminosa, menos caótica en donde todo lo que hace daño desapareció no  por voluntad poética de un mundo mejor. No. Simplemente porque se legalizó la portación de armas y ejecución frente a daños materiales en la estructura del corazón.




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bad boys