lunes, 20 de septiembre de 2010

16:

Lo ví el otro día y fue como no reconocerlo. Te acordas de la primera vez que vino R.E.M. Si, le dije, me acuerdo perfectamente. De la lluviecita te acordas, me dijo. Si, le dije, me acuerdo perfectamente de la lluviecita sobre el final. Como el conjuro del mundo entero para que yo fuera felíz. Las luces de los departamentos estaban iluminadas y la gente contemplaba desde sus balcones. Cerca de la medianoche el olor a pasto era tan intenso que pensé que a los 19 años no me quedaba nada más por oler, sentir, percibir, tocar. Tenía una musculosa verde oscuro que me había comprado en el Alto Palermo, no sé si quedo en la casa de mi madre o en la casa de la caridad. Tocó Beck el mismo día y me di media vuelta cuando percibí que Dargelos tenía una especie de catsuit luminoso. Mentira que hiciste eso, me dice. Verdad, le digo, si miento que me pase algo terribe. No mentí pero cosas terribles me pasaron igual porque la vida es poner el cuerpo en situación y siempre que puse mi cuerpo en situación con con el tuyo te llevaste un pedazo de humanidad en dónde van quedando pequeñas heridas que con el correr de los años se hacen más grandes. Descubrí, tarde caso contrario jamás te hubiese querido, que con los años la gente no se acostumbra, la gente, yo por supuesto yo, tolera menos. No sé que voy a hacer el día que me corte el pelo, porque no voy a tener más la marea negra que me cubre la espalda y me ayuda a mentir un poco mejor que estoy tan herida. 

Septiembre tiene sus propios olores.  Siempre fumo con Venenito, le robo los cigarrillos cuando quiero llorar. Estamos compartiendo una vitamina C, jugo de naranja para la sanidad del rock. No creo que vaya a salir hoy, le digo. Por qué nenita, me dice.  Es un día para estar en casa, le digo.  Me dice le digo, le digo me dice son los mismos caminos para la melancolía, la misma manera de decir o evitar sostener una noche más poniendo la misma canción en repeat, antes de que el cigarrillo me quite la poca hambre que me queda. No hay que creer en las personas nenita, me dice. Vos queres a alguien, le digo. Fuma aunque no deba fumar tanto. A vos te quiero, me dice. No me alcanza y que no me alcance nada, pero nada, no es novedad.

Para que me llamaste le pregunto a Muriendez. Para hablar, me dice. Que flaquito es y cuanto conflicto me trae pienso. Todo el tiempo que está cerca mio yo quiero tocarlo. Pero el tacto es un viaje de ida y sin boleto de vuelta yo no toco, yo no firmo, yo no doy calor. Fuiste la seguda vez que vino R.E.M, me pregunta. Si, le digo, fui la segunda vez que vino R.E.M. Un ratito de la mano con vos, un ratito de la mano con él. La primera vez me albergue en el olor a pasto y la segunda vez tenia la muñeca sellada por una cinta plateada. Nunca estuvimos juntos en ningún lugar importante, me dice Muriendez. Es tarde y tengo ganas de ir a algunos de esos bares que quedan abiertos por Avenida Córdoba esten llenos de chicas de la noche o no. Estamos otra vez acá mirando la pasividad del río y esperando a ver si finalmente alguien nos roba. Nunca sucede, cada vez que estamos juntos de alguna manera somos invisibles. Nadie nos percibe, no tenemos entidad en el mundo real. Me da la mano. Aprendiste a estar sola en estos años, me pregunta. Radicalmente, le contesto. Pero ahora volves y estás sola, me pregunta. Hoy no sé, le contesto. Volvemos juntos, me pregunta. A dónde, le contesto. A tu casa, me dice. No le suelto la mano, nunca le solte la mano, dudo soltarsela alguna vez pero de alguna manera entendió el no y me soltó la mano él primero arrebatandome el poco calor que se genera en el mes de septiembre.

1 comentario:

  1. me gusto todo..pero me quedo con esto "No mentí pero cosas terribles me pasaron igual..."buenisimo!

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bad boys